![Arqueología no invasiva para llegar a poblados enterrados](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2024/06/19/192022606--1200x840.jpg)
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Explica Victoriano Mayoral que el Instituto de Arqueología de Mérida se ha ido especializando en varios métodos de trabajo relacionados con la arqueología no invasiva. Por eso han creado un laboratorio que sirve de unidad de soporte a otros centros de estudios. Su especialización en los paisajes de la Edad del Hierro le llevó a buscar novedades tecnológicas que se pudieran aplicar al estudio histórico. Aplica sistemas de información geográfica, la geomática y la prospección. Tradicionalmente, aclara, se asocia la arqueología con la excavación, pero hay que tener en cuenta otros sistemas. Cuando abarcan territorios muy grandes conviene métodos menos destructivos. Esa preocupación, recuerda Mayoral, les llevó a desplegar proyectos de investigación no invasivos en zonas como la Serena, en Medellín o en Contributa Iulia de Medina de las Torres.
La geomática aplica la informática al manejo de datos geográficos con tecnologías como el GPS. De ahí saltaron luego a métodos de esa misma familia como la fotografía aérea o la prospección geofísica. «Habíamos desarrollado mucha capacidad y nos dimos cuenta que se podía crear una unidad que sirviera para apoyar otras investigaciones».
De cómo se ha desarrollado ese trabajo y los procedimientos que usa hablará hoy Victorino Mayoral en la sede del Liceo a las ocho de la tarde. Trabajan siempre para detectar los elementos arqueológicos que hay ocultos en el suelo.
Y diferencia dos vías: una se basa en tomar imágenes desde el aire. Con satélites, aviones o drones. No son fotografías ordinarias. Llevan sensores que captan información como los cambios de temperatura con infrarrojo térmico. «Con esos sistemas podemos identificar con muchísimo detalles lo que está enterrado bajo el suelo».
La otra familia es la geofísica. Recorren el terreno con dos tipos de sensores. El georradar emite una señal y registra la respuesta. Igual que las ondas detectan barcos o aviones se proyectan en el suelo.
Y luego están los sensores pasivos. Captan una propiedad concreta del suelo. Como los materiales enterrados en la tierra tienen distintos grados de magnetización hay aparatos que localizan los valores más altos o más bajos de esta magnetización. Pueden llegar a dos o tres metros bajo el suelo. «Para el público general parece algo misterioso. No es tangible. No mostramos un jarrón que desenterramos, utilizamos imágenes digitales según las propiedades del suelo». Por eso se ha propuesto el investigador trasmitirlo al público. Que descubran las posibilidades de estos sistemas de trabajo. Que pueden ser incluso una herramienta de educación. Mayoral enseñó a los alumnos de bachillerato del Santa Eulalia aplicaciones prácticas de conceptos como el magnetismo o las ondas.
Los chicos hicieron una prospección física y detectaron las tumbas de la zona funeraria de los columbarios. «Aunque pueden parecer cuestiones técnicas muy alejadas del público, al final encontramos una aplicación práctica real y tangible».
Pero detrás de este componente técnico, advierte, debe estar siempre un historiador o un arqueólogo. «Nosotros nos interesamos por saber cómo vivía la gente en el pasado». Por eso no ve mucho sentido a ponerse a registrar datos del suelo sin un posicionamiento histórico. Recopilarán muchos datos, explica, pero sin aportación histórica alguna. «Esto es una caja de herramientas más para llegar al conocimiento. El que no sabe lo que busca, no entenderá lo que encuentra».
Han trabajado ya en varios yacimientos de la Edad del Hierro o en villa romanas. En Contributa Iulia, por ejemplo, encontraron un templo. El mes pasado estuvieron en Galicia colaborando con el equipo del Instituto de Ciencias del Patrimonio que estudia los dólmenes de Barbanza. Ahora planean hacer trabajar en el dolmen de Magacela. Los métodos valen para yacimientos de cualquier época. No solo megalitismo, Edad del Hierro o romano. El georradar, por ejemplo, es el sistema más usado para localizar las fosas de la Guerra Civil. En Mérida hicieron prospecciones en los Columbarios, junto a la Casa del Mitreo. Tuvieron bastante éxito porque encontraron incineraciones pequeñas y un mausoleo completo. Y Mérida es además un sitio complicado para este sistema por la superposición de estructuras de diferentes épocas. Ha hecho también Victorino Mayoral prospecciones en la ciudad vetona de Villasviejas del Tamuja. «Se han conseguido resultados espectaculares porque hemos diferenciado la alineación con nivel de detalle de las viviendas y las calles que están bajo el suelo». Estamos, por tanto, ante un conjunto de herramientas más de investigación arqueológica.
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Martin Ruiz Egaña y Javier Bienzobas (gráficos)
David S. Olabarri y Lidia Carvajal
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