Juana Márquez, en la biblioteca del Consorcio de Mérida. JAVI CINTAS
Juana Márquez | Arqueóloga del Consorcio

«La arqueología puede rescatar a mujeres relevantes de Mérida»

Su proyecto de investigación 'Ellas hablan' recorre el papel de la mujer en la sociedad romana y en Augusta Emerita

Antonio Gilgado

Mérida

Miércoles, 27 de noviembre 2024, 07:28

Arqueología de género. Último ejemplo hace pocos días en Pompeya. Ni la mujer con brazalete era una mujer, ni el niño era su hijo. El ADN desmontó la primera conclusión que sacaron los arqueólogos. «Como tenía una mujer, tenía que ser una mujer», explica Juana ... Márquez, arqueóloga del Consorcio de Mérida. Juana Márquez investiga cómo la arqueología ayuda a desmontar los tópicos. Materiales que se han desenterrado en las excavaciones de Mérida, relectura de los textos clásicos, epigrafías o estudio de los restos funerarios han servido para darle voz a las mujeres de Augusta Emerita. De 'Ellas hablan' ha salido una exposición que está ahora en Lisboa, una itinerancia escolar por los colegios y una sesión abierta a los interesados que explica hoy en el Liceo a las ocho de la tarde.

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–¿Cómo surge 'Ellas hablan'?

–El año pasado estaba estudiando a la población de Augusta Emerita. Me di cuenta de que ellas apenas aparecían. Contrasta la abundante información sobre los hombres y la escasa sobre las mujeres. Y la poca que había además era bastante esterotipada. Pero teníamos la evidencia de que por los materiales recogidos podían hablar. La arqueología puede rescatar a mujeres relevantes de Mérida silenciadas.

–¿Y cómo se adentra un arqueólogo en esta relectura?

–Releyendo los autores clásicos para ver si realmente la aportación que hacen es desde la mentalidad de la historiografía de hace dos siglos. La sociedad romana es patriarcal y machista. El pater de familia está ante todo y la mujer tiene un papel secundario. Pero por otro lado tenemos mucho materia la arqueológico que usan las mujeres y hay muchos espacios arqueológicos con protagonismo femenino. Por eso queríamos llegar a esas historias que las fuentes han silenciado.

–Y qué le ha permitido conocer esta relectura.

–Algo que ya intuíamos, que la mujer tuvo una presencia mucho más relevante. Siempre ha estado bajo la tutela de un hombre. Primero con el padre y luego con el esposo o el hermano. Tratan a la mujer romana como débiles y el problema es que se acaban convenciendo ellas mismas de que lo son.

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«Las emperatrices no nos valen para conocer la realidad de las mujeres de su época. Augusto hizo de Julia un objeto de estado»

–La arqueología sirve para desenterrar tópicos, pero también para sostenerlos. Lo digo por lo de la falsa mujer de Pompeya.

–¿Quiénes investigaban antes? la mayoría eran hombres. Era su perspectiva masculina. Se han creado estereotipos a priori. Buscaban comportamientos que nos describe la historia. Una persona con una pulsera de oro era una mujer y si tiene en brazo a un crío, pues es su hijo. Nadie pensó que podríamos estar ante otro comportamiento. Hace dos siglos, las pulseras las llevaban las mujeres. En los depósitos funerarios que tenemos nosotros, por ejemplo, hemos encontrado espejos. Y concluimos que estamos ante la tumba de una mujer, pero se nos olvida que el espejo es el simbolismo de la imagen en la otra vida. Y eso puede servir para un hombre y para una mujer. Hemos transportado la mentalidad del momento que se investiga al momento romano. Y eso es un error.

–¿Y qué elementos tenemos ahora para hacer esta relectura?

–La epigrafía en los monumentos de las tumbas, por ejemplo. Evidentemente, en Mérida tenemos más epigrafía a personajes masculinos que femeninos. Pero si todas esas mujeres dejaron sus nombres escritos en sus tumbas es porque tuvieron una papel destacado. Tenemos huellas dactilares en algunas cerámicas y los materiales relacionados con los tejidos. Hilar y tejer era una actividad femenina en la época romana.

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–¿Es fácil llegar a personajes relevantes?

–Ahora tenemos que leer esos materiales y objetos para identificar a mujeres importantes de Mérida que no están en las fuentes.

–¿Por ejemplo?

–En el hornito de la mártir tenemos una pieza en la que aparece una dedicación al templo de Marte. Letilia Paculi, si fue capaz de construir y pagar un templo dedicado a Marte en Mérida es porque fue una persona muy importante en la ciudad. O Norvana Severa. En el depósito funerario había un anillo con un sello. Los sellos se usaban para las firmas de documentos y es un elemento evidentemente masculino. Si una mujer tiene un sello de oro en su depósito es que estamos ante una mujer con mucho poder económico y, evidentemente, ese poder no sería solo económico. Pero de ellas no cuenta nada la historia.

–Qué perfil de mujeres se repite en las fuentes.

—Dos muy claros. Encontramos una versión dulcificada de la buenísima que está en casa y da hijos al marido. Y una muy mala. Prostitutas, brujas, monstruosas o infames. También nos hablan de mujeres varoniles. Lo que tenemos que preguntarnos ahora es si esas descripciones tan malévolas responden simplemente a mujeres que se salían de la norma en una sociedad muy machista. El drama es que en la comparación histórica no hemos cambiado tanto. Hoy día hay mujeres que no pueden ir al colegio o les castigan por hablar. Al final te sientes afortunada por ser una mujer blanca y europea. Y esas mujeres blancas y europeas que nacimos en la década de los sesenta vivimos un cambio que ahora vemos retroceder.

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–Aristófanes escribió Las Asambleístas y es inevitable la comparación con el 'Me too'. Algo habría en la sociedad romana.

–Siempre se veía como algo anecdótico. Tenemos la Lex Oppia de la república que castiga el gasto excesivo en el lujo de las mujeres. Hubo quien se opuso a esta norma. Pero la historia lo narra como algo anecdótico, como una ocurrencia de las mujeres que amenazan con levantarse contra la norma.

–Y por qué despiertan ahora tanto interés las emperatrices.

–Pero las emperatrices no nos valen para conocer la realidad de las mujeres de su época. Augusto, tuvo una sola hija, Julia. No podía hacer carrera política por sí misma. Y la utiliza como un objeto de estado. La casa con Marcelo primero y luego con un amigo suyo, Marco Agripa, el de la inscripción que aparece en el Teatro Romano. Seguramente fuese un hombre de la edad de Augusto, muy mayor para su hija. Y también la casa luego con Tiberio para unir la familia julio claudia. Es un objeto de cambio y de proyección política de Augusto.

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