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José Luis Quesada se ha convertido en alguien muy accesible y visible. Tiene varios grupos de whatsapp. Escribe correos electrónicos y aprovecha las redes sociales para hablar de las dificultades a las que se enfrentan los amputados. Ejerce siempre que puede de delegado regional de Andade, la Asociación Nacional de Amputados de España. Y se ha propuesto ayudar a todos los que pasen por su misma experiencia.
A José Luis Quesada, conocido en Mérida como José Onight, la vida le cambió hace cuatro años. Pasó el fin de semana de Carnavales de 2017 con sus amigos y despertó el lunes muy cansado. Notó un pinchazo en la pierna derecha. No le dio importancia a este primer síntoma. Pero al día siguiente siguió muy cansado y con problemas de hinchazón en la pierna derecha. Se fue a urgencias y no le vieron nada. Pero empeoró. Volvió al Hospital y acabó en la UCI. Le encontraron en la sangre la bacteria streptococcus pyogenes. Muy voraz. Le trasladaron al Hospital Universitario de Getafe y le cortaron las dos extremidades para acabar con la infección. La derecha por encima de la rodilla y la izquierda por debajo.
Al poco tiempo de despertarse le visitó otro paciente amputado para contarle que no estaba solo, que le ayudaría en todo lo que necesitara. «De repente entras en un mundo desconocido por completo y cuando alguien que ha pasado por lo mismo antes que tú se acerca, te ayuda mucho en un momento crítico».
Después de tres años, José Luis es ahora el que se ofrece a los pacientes que han sufrido una amputación. Antes de la pandemia firmó un acuerdo de colaboración para visitar a los enfermos que lo necesitaran en el Hospital de Mérida. «En Getafe me ayudaron mucho porque uno no está preparado para esto y yo creo que nadie debe pasar solo por esta experiencia».
La crisis sanitaria ha restringido las visitas hospitalarias, pero sigue poniéndose a disposición de quien lo necesite. Utiliza las redes sociales, las videollamadas y el teléfono móvil para permanecer en contacto con otros pacientes. Les ayuda a encontrar rehabilitación, y les dice dónde pueden asesorarse con las prótesis o las ortopedias más apropiadas para cada caso.
En este tiempo se ha percatado de que en Extremadura no hay ortoprótesicos especializados. El suyo se encuentra en Barcelona y pronto tiene que ir otra vez para una revisión.
Combate también la idea de que los amputados son en su mayoría ancianos de ochenta o noventa años. En su grupo de Whatsapp abundan pacientes de veinte y treinta años.
Atiende a víctimas de accidentes de tráfico, a los que pierden alguna extremidad por las secuelas de la meningitis o a enfermos de otras patologías.
Recuerda José Luis Quesada que las prótesis son caras y que no siempre las más apropiadas para cada persona entran dentro del catálogo subvencionado. Como asociación piden al SES que actualice y amplíe el abanico de prestación ortoprotésica para que cada caso tenga siempre una opción beneficiosa.
A través de encuentros, ahora virtuales, José Luis y sus compañeros comparten experiencias que mejoren su día a día. Hablan, por ejemplo, de cremas para evitar la sudoración. «En Extremadura tenemos muchos días de calor y eso para nosotros puede ser un problema por si el sudor afecta a la silicona de la prótesis». A medio plazo, cuando la crisis sanitaria lo permita, le gustaría organizar en Mérida una gala de la asociación nacional. Sigue en su empeño de ser visible. Y accesible.
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