
Alberto Amaro
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Alberto Amaro
Seis meses en España lleva el periodista mexicano Alberto Amaro. Cuando Amnistía Internacional le metió en el programa de protección ante las amenazas de ... muerte, detenciones e intentos de asesinato del Cartel de Sinaloa le propusieron también proteger su identidad. Pero renunció porque entendió que debía seguir hablando y ejerciendo su profesión por todos aquellos compañeros a los que mataron. Ayer estuvo en Mérida. En la asamblea general de Amnistía Internacional en el palacio de congresos habló del programa de ayuda de la asociación a los que corren el riesgo de perder su vida por defender derechos fundamentales.
–¿Por qué está usted protegido?
–Soy fundador de un periódico local que se publica en el estado de Tlaxcala, la Prensa de Txacala, y estoy acogido al programa de protección de Amnistía Internacional en España. Protegen a los defensores de derechos humanos cuando están en riesgo en otro país.
–¿Y en su caso?
–México es uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo. Yo fundé el periódico en 2019 en uno de los estados más pequeños. El periódico se alimentaba de denuncias ciudadanas sobre corrupción o injusticias que nosotros luego investigábamos. Casi siempre estaban relacionados con la relación entre policías y narcotráfico.
–¿Y cuándo llegaron las amenazas por su trabajo?
–Desde el principio. Dispararon varias veces a mi casa, también a mis hijos. Fui detenido y puesto a disposición judicial por grabar a policías extorsionando a ciudadanos y pidiéndoles dinero. Las agresiones fueron aumentando hacia la redacción y hacia mi familia. En 2024 Amnistía Internacional México me invitó a participar en un informe que se llama 'La verdad se protege'. Recogió el testimonio de tres periodistas. Yo participé. Era uno de ellos. A los otros dos los mataron. México es el único país del mundo donde los periodistas están incluidos en el programa de protección de derechos por el estado. Te brindan seguridad, pero hasta ocho periodistas con protección fueron asesinados. Es un sistema con anomalías y fallido.
—¿Usted necesitaba protección para publicar noticias de su ciudad todos los días?
–A mi equipo de seguridad también les amenazaron. Nos buscó el cartel de Sinaloa para que dejáramos de publicar ciertas noticias sobre algunos policías y la situación se recrudeció. Gracias al Informe de Amnistía Internacional mi caso se conoció junto a otras dos personas, que desgraciadamente, después de conocerse como trabajaban, fueron asesinadas. Por eso me invitaron a darme protección fuera.
—Cuánto tiempo lleva en España protegido?
–Me vine con mi mujer y mis hijos hace seis meses. El periódico sigue trabajando. Con muchas limitaciones. Para garantizar la seguridad de mis compañeros, de mis padres y del resto de familia que sigue viviendo allí. En México, los periodistas en peligro son los que están en la calle haciendo periodismo local. El periodista crítico siempre va a tener una bala con su nombre y dependerá de la mafia utilizarla cuando quiera.
—¿Por qué el periodismo local?
–La mayoría de los asesinados trabajan en periódicos locales. Es gente que sale todos los días a la calle y que generan temor a las autoridades locales, de su ciudad, porque no saben de qué información dispone y qué puede publicar en poco tiempo. Esa sospecha de que hagan bien su trabajo les convierte en los más temidos para las autoridades políticas y policiales.
–¿Usted se plantea volver?
–En estos seis meses que estoy en España la situación ha ido a peor. En la nueva administración, con Claudia Sheinbaum en el gobierno desde el 1 de octubre, han asesinado a cinco periodistas y tenemos a más de 37 desaparecidos. Es difícil regresar a un sitio donde tu oficio es sinónimo de muerte. Pero seguiremos trabajando para que la situación mejore y regresar.
–Cuándo usted habla con compañeros de profesión en España, ¿qué les sorprende?
–Les llama la atención el nivel de violencia, pero sobre, la impunidad a esa violencia y hacia los crímenes contra periodistas. Aquí me dicen que también se silencian a periodistas, pero uno se juega el puesto de trabajo, no la vida. Hay presiones también. Te cierran las puertas en muchos casos. Eso significa que la libertad de publicación en un medio de comunicación no es solo un problema de México. Es un problema internacional y un derecho fundamental que debemos proteger todos. Si no estamos bien informados no podemos tomar una decisión correcta. Y ese peligro está también presente en Europa o Estados Unidos. El derecho a estar informado mejora la sociedad internacional.
–Sabiendo el peligro que corría desde el principio y los antecedentes con otros compañeros, ¿que le llevó a usted a seguir informando?
–Supongo que es algo de herencia. Mi padre es periodista y vengo de un entorno donde uno no puede permanecer ajeno a las injusticias que tiene a su alrededor. Para mí es un compromiso natural que tengo. No percibo de otro modo mi oficio. Cuando consigo publicar noticias en las que se destapan casos de corrupción o que alguien ha ejercido una violencia desmedida contra otros siento que estoy haciendo lo que debo. Sabemos que hay gente que no es escuchada por la autoridades y nosotros podemos ser portavoces de las injusticias. Eso me hace feliz. Muy feliz. Me encanta publicar noticias que destapan injusticias. Aunque desgraciadamente eso me ha llevado a poner en riesgo a mis hijos. Me gusta publicar noticias, aunque he puesto en riesgo a mis hijos. Eso es lo que más me duele.
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