Fernando Delgado, en la sede del Círculo Emeritense. J. M. Romero
Fernando Delgado

«La etapa contemporánea de Mérida es apasionante y no quiero que se pierda»

El cronista de Mérida recoge en su libro la desamortización de los conventos, el cuartel militar o la vida de Felipe Trigo y María Luisa Gragera

Antonio Gilgado

Mérida

Lunes, 17 de junio 2024, 20:56

Cuenta Fernando Delgado que de sus 85 años ha pasado media vida en el archivo de Mérida y la otra media preguntando a la gente en la calle. Tradición oral y escrita, dice.

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Ahora recopila parte de la historia contemporánea que ha conocido en primera ... persona. Completa su tercer volumen y lo presenta este martes en Santo Domingo a la siete. Se centra en historias que parten de finales del XIX y se adentran en el siglo XX. «La etapa contemporánea de Mérida es apasionante y no quiero que se pierda». Por eso la pone en libro.

Recoge, por ejemplo, cómo fueron las desamortizaciones de las ermitas de la ciudad. Más de quince había. Ahora solo queda la de la Antigua. Se perdió Santa Catalina, Santo Domingo, la Piedad... En el Teatro Romano pone el foco a partir de 1933 y recoge testimonios de las primeras representaciones del festival. Guarda un capítulo al cuartel de artillería Hernán Cortés. «Pronto no quedará nada. Ni rastro. Se llevaron hasta los azulejos a Bótoa. Por eso hay que escribirlo, para que al menos permanezca documentado».

Lo mismo ve del matadero regional. Trabajó mucha gente allí y teme que pronto nadie sepa ni ubicarlo en la ciudad.

Habla de la vida cotidiana que no se recoge en los archivos. Como la popularidad que tuvo la tasca El Botero. De las más grandes y la puso en pie el padre del catedrático Alejo Fernández. O de los sifones que se popularizaron en las tascas. Los primeros, recuerda, son de 1887 y se usaron durante más de cien años.

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Felipe Trigo

Como cronista reivindica también a Felipe Trigo, un médico de la calle Holguín que empezó su carrera literaria en Mérida.

Rememora Fernando en su libro la anécdota con la joven Eduvigis Arterio. Le pidió que ilustrara la portada de su novela 'Las Ingenuas'. Pero el padre de la joven se negó a que el público identificaran a su hija con las mujeres que retrataba Felipe Trigo. Las dos protagonistas de 'Las Ingenuas' se enfrentan a la hipocresía social y a los tabús de la vida sexual de las mujeres. La novela fue un éxito rotundo. «La mayoría de la gente desconoce lo importante que fue Mérida para Felipe Trigo». Ese libro tuvo mucha repercusión en el movimiento literario de la Generación del 98, cuenta, y se imprimió en la Imprenta Corchero de la plaza de España.

O la historia del Moto Club Emeritense. Con muchos socios y muy activo en la ciudad mientras funcionó. O del equipo de fútbol del Imperio, ensombrecido siempre por el Mérida. También de las posesiones que tuvieron en la ciudad los Blanes o los Valverde. Cree Fernando Delgado que la historia contemporánea de la ciudad interesa mucho a la gente. Y pone como ejemplo la obra que dedicó la Guerra Civil en Mérida. Fue el más vendido en la Feria del Libro.

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La recopilación histórica que hace ahora salió de una conferencia. Le escuchó algunas de estas historias el concejal de Cultura Antonio Vélez y le propuso recogerlas por escrito. «El Ayuntamiento me dijo que me lo publicaban y el concejal Antonio Vélez me tiene mucho cariño, pero no sabían cuándo podría ser. Y yo quería que se publicara lo antes posible. Por eso tengo que agradecer a la Fundación CB que se haya adelantado y a la ayuda de José Luis de la Barrera, que es el mejor investigador de Extremadura». Reivindica también Fernando Delgado personajes como el Padre Mollete. Su casa está ahora en ruinas en la salida de la plaza de España al Puente Romano. Fue el precursor de los Carnavales en 1897. El personaje que se conoce en la ciudad como Padre Mollete es Vicente Galán. Un niño de 1897 que trabajaba vendiendo pan y organizó con sus amigos un entierro de la sardina en 1898. Se vistió de cura y echó la bendición a los que fueron al entierro de la sardina. De ahí el apodo.

Para María Luisa Gragera lleva años pidiendo una calle en la ciudad. «Creo que es uno de las vergüenzas de Mérida». Lo dice con vehemencia. Antes del Teatro María Luisa había el Ponce de León en lo que hoy es el Museo Visigodo. Al cerrarse el Ponce, le piden las autoridades locales que haga un teatro a María Luisa Gragera en sus terrenos. Hace un auditorio público y le pone el nombre María Luisa por la infanta María Luisa Fernanda de Borbón no por ella. Pero explica Fernando que regaló a la ciudad el teatro y lo que hoy es la manzana que forman Camilo José Cela y Valverde Lillo. Permitió agrandar la ciudad con aquella donación. «Creo de verdad que es una injusticia histórica con María Luisa Gragera».

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Y se acuerda también de su padre, el poeta Jesús Delgado Valhondo. Aunque el público le vincula siempre a Badajoz porque fue maestro allí y por la famosa rotonda de los tres poetas en la Circunvalación. Dice que nunca se olvidó de Mérida. Rememora la anécdota del pleno municipal de la capitalidad en el Ayuntamiento de Badajoz. Delgado Valhondo era  concejal y rompió la disciplina de voto de su partido porque no aprobó la moción del Ayuntamiento de Badajoz reclamando que la sede de la Junta y la Asamblea estuvieran en Badajoz. «El periodista Gopegui me llamó por la tarde y me dijo que era una afrenta a la ciudad de Badajoz lo que había hecho mi padre. Yo le dije que si se metían con mi padre se las verían conmigo».

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