Esther Rodríguez y Sebastián Celestino, en la orilla del Guadiana de Mérida. JAVI CINTAS
Sebastián Celestino y Esther Rodríguez

«La gente se acerca a los tartesos porque está viendo a su antepasado»

Los dos arqueólogos lideran la investigación en Casas del Turuñuelo, el yacimiento que más interés despierta

Antonio Gilgado

Mérida

Jueves, 13 de junio 2024, 07:31

Diez años de proyecto de investigación y acaban de cerrar la sexta campaña de excavación en el Turuñuelo. Han superado parones por la expropiación y pandemia en este tiempo.

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A Sebastián Celestino y a Esther Rodríguez le reconocen por la calle. Les para la ... gente y le preguntan por las caras de los tartesos o las novedades del Turuñuelo.

Han conseguido trascender el circuito científico y arqueológico. Hay mucha gente ya capaz de encuadrar el espacio y el tiempo de los tartesos en la península.

Es, probablemente, la investigación del Instituto de Arqueología de Mérida que más interés despierta. Mucho éxito tuvo la exposición al público de las caras desenterradas en el Turuñuelo tanto en Badajoz como en Madrid. «La gente se acerca a los tartesos porque está viendo a su antepasado», concluyen.

Ahora se editan libros, novelas históricas o cómics inspirados en la vida de los asentamientos del Guadiana

Se sabía poco de las comunidades que vivía en el suroeste de la península cuando llegaron los fenicios. Que vivían en cabañas ovaladas o que explotaban algo de minería, pero poco más. Nada, por ejemplo, de los rituales de muerte o su vida cotidiana. «La llegada de los fenicios es muy importante porque la cultura mediterránea que ellos traen más la que hay aquí se configura en algo que nosotros denominamos tarteso». Y en esta configuración, explica ahora Esther Rodríguez, juega un papel clave el Guadiana. El poblamiento del valle medio del río es deudor de un desarrollo de la cultura tartésica desde su aparición en el Guadalquivir a partir del siglo octavo antes de Cristo hasta su declive en el sexto. Coincide ese declive en el Guadalquivir con el auge demográfico en el Guadiana. «Podemos saber que parte de esa población que vivió en el Guadalquivir se trasladó al Guadiana». Ha estado siempre rodeado de mitos y leyendas. Por culpa, en cierto modo según Celestino, de los griegos. Las fuentes griegas exageraron un poco lo que entendían que debía ser la vida en el otro extremo del mundo conocido. «Hay que tener en cuenta que la Península Ibérica era lo más alejado para ellos y la mejor forma era mandar a Hércules, Perseo... y una vez que todo está libre se podía abrir el comercio».

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El hallazgo del tesoro en el cerro del Carambolo –en Camas– y el inicio de las excavaciones en el 58 fue el punto de inflexión. Empezó a emerger la ciencia y a enterrarse las leyendas. «Se comenzó a investigar sobre qué era realmente tarteso y se identificaron elementos culturales». Recuerda la arqueóloga que el Carambolo se excavó también en el 2000 y se pudo ver que en realidad fue un asentamiento fenicio que luego en, fases sucesivas, si pueden adherirse a tartesos, pero no en su origen. Eso llevó a redefinir la arqueología del Guadalquivir.

En el Guadiana, en cambio, fueron en otra dirección. Cuando empezó a excavarse Cancho Roano en Zalamea de la Serena y la necrópolis de Medellín no se le consideró tartésico desde el principio. «Pero las investigaciones posteriores han demostrado que podemos utilizar el concepto tarteso sin temor ya para referirnos a las sociedades de la primera edad del hierro que habitaron el suroeste de la península entre los siglos octavo y quinto antes de Cristo».

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Y entra luego en juego el Turuñuelo. Destaca sobre todo Sebastián el grado de conservación, lo que permite rescatar una información perdida en otros yacimientos. Presenta, por ejemplo, dos plantas construidas. Muestra técnicas constructivas no vistas sobre esa época. Las bóvedas, el mortero de cal, las techumbres o las paredes le diferencia de cualquier yacimiento del Mediterráneo occidental. Es algo paradójico, aclara, porque la periferia geográfica de tarteso da mucho más información. Quizás porque lo que hay en el propio núcleo está por debajo de las grandes ciudades como Sevilla, Huelva o Cádiz. En el Guadiana, en cambio, al estar los yacimientos como la Mata, Cancho Roano o Turuñuelo en el mundo rural, se conservan mejor.

Y ha conseguido este yacimiento y las investigaciones despertar mucho interés público. Tarteso se ha puesto de moda. Se editan libros, artículos de divulgación, obras de teatro, novela histórica o novelas gráficas sobre esta civilización. «Se va conociendo algo mejor y todo lo que sean culturas ancestrales nuestras genera identidad y vínculos. Igual que en Mérida todo el mundo se identifica con los romanos, todo el mundo se puede identificar también con los anteriores a los romanos que son los tartesos».

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