Aurelio Fernández, en la biblioteca de la Asamblea de Extremadura. J. M. ROMERO
Aurelio Fernández, comisario de la Policía Nacional en Mérida

«Investigo sobre la Guerra Civil para aportar paz, diálogo y concordia»

Aurelio Fernández estudia cómo fue el levantamiento de 1936 en Extremadura y los crímenes que se cometieron en Badajoz

Antonio Gilgado

Mérida

Domingo, 19 de enero 2025, 10:55

Nos sorprendió a todos el comisario Aurelio Fernández con su primera novela sobre la primavera negra en 'Cadenas de asesinatos'. Y prepara ya la segunda. Confiesa que le mueve el cabreo por el uso ideológico de los acontecimientos históricos y el revisionismo malintencionado ... para generar más odio y revancha. «Investigo sobre la Guerra Civil para aportar paz, diálogo y concordia». En las guerras, dice, la primera víctima es la verdad. Quiere que los lectores se acerquen a la historia como un policía a un crimen. Las heridas, aconseja, se cierran leyendo mucho para entender mejor a los demás.

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–Vuelve usted de nuevo a meterse en la Guerra Civil.

–Rousseau dijo que en una historia hay cuatro lados: el de uno mismo, el del que está enfrente, la verdad y lo que realmente sucedió. A veces, lo que todos consideramos que es la verdad no coincide con lo que sucedió. Me preocupa los que desvirtúan la historia de forma intencionada. Yo, como investigador profesional e historiador aficionado pretendo humildemente llegar a lo que realmente sucedió.

–Un historiador policía o un policía historiador.

–Los policías trabajamos con la verdad cada día. Redactamos atestados de lo vemos. Contrastamos con los testigos. Tomamos declaración a las víctimas y a los autores. Hacemos diligencias para que lleguen a los juzgados lo más fiel posible los hechos que tratamos. Y eso es lo que pretendo. Todo lo que narro en el libro ocurrió realmente. Y todos los personajes son reales. No hay nada de ficción. Lo hago novelado por que es un estilo más ameno para el lector.

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–Como en su anterior novela, nos vamos de nuevo a los días previos al golpe militar de 1936.

–En la anterior todo ocurría en Madrid y ahora me centro en Extremadura. Quería saber cómo se fraguó realmente el golpe militar y cómo se posicionaron los militares y los guardias civiles en cada pueblo. He investigado bastante los días previos en los cuarteles.

–Situémonos en el 17 de julio de 1936 en Extremadura.

–En casi todos los pueblos ya se sabía que unos militares se habían sublevado en África. La Guardia Civil acuartela a los agentes. Les llaman a sus casas para que se presenten y la mayoría no sabe por qué.

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–¿Quién se aprovechó de la confusión?

–Leyendo los diarios de esos días me doy cuenta de que en estos momentos previos sale lo mejor y lo peor del ser humano. Y había que tomar partido. Nadie pudo mantenerse en la neutralidad ni en la moderación. Los que no se pronunciaron al principio y trataron de esperar por si se paraba la guerra fueron las primeras víctimas. Los mataron desde los dos bandos. A todos.

–Algún personaje que ha descubierto.

–Muchos. Por ejemplo, el coronel Puigendolas. Llegó a Badajoz con el golpe consumado. Le mandó el gobierno republicano para organizar la defensa. Al final fracasó. Huyó a Portugal. Desde Lisboa cogió un barco y rodeó la península. Entró a la zona republicana de Cataluña. Le acusaron de traidor pero se enroló de nuevo en la defensa republicana de Madrid. En Parla, en el frente, dio órdenes a los milicianos de no retirarse pero le mataron por la espalda los propios milicianos porque querían retirarse.

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–¿Cómo aborda usted la batalla de Badajoz en esta investigación?

–Fue como la última batalla del siglo dieciocho. Utilizaron los mismos medios que cien años antes en la Guerra de la Independencia. Yagüe trajo muy poca artillería. Fue asalto a la bayoneta, con fusil, en cuerpo a cuerpo.

–Muchas veces se dice que la Historia en mayúsculas entierra a la historia en minúscula. Hay víctimas y verdugos que no salen en ningún libro.

–Yo trato de recuperar algunos. He leído mucha prensa portuguesa y francesa de esos días y los libros que escribieron años después los periodistas que entraron. Y en ese rastreo me he encontrado una historia maravillosa. Tras el asalto a Badajoz, Yagüe hizo una especie de rueda de prensa a los periodistas extranjeros. Les autoriza a visitar la plaza de toros. Y en esa visita, un redactor portugués se encontró con un vecino de Elvas que estaba detenido. Lo conocía porque había trabajado de ordenanza en la redacción del periódico. Le pidió que le salvara porque iban a fusilarlo. El periodista llamó al cónsul de Portugal y se reunieron con Yagüe en su hotel de la plaza de la Soledad. A Yagüe le interesaba llevarse bien con el gobierno portugués. Y liberó al prisionero. El periodista salvó la vida al hombre. Poca gente sabe que Yagüe habló de defender la República y dijo a los periodistas varias veces ¡Viva la República!

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–Habla de una guerra inevitable.

–He repasado el diario de las cortes y creo que fue inevitable. Calvo Sotelo dice que hay que dar un golpe militar. Gil Robles, un moderado, habla también de guerra y Largo Caballero pidió acabar con la burguesía con las armas. Los políticos fueron irresponsables, radicales y virulentos.

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