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El Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura –el Cicytex– prepara en El Prado un centro para acoger pequeñas empresas que surjan de la ... investigación de sus promotores. Lo que técnicamente se llama una incubadora empresarial tecnológica.
Se ubica en el Instituto del Corcho y la Madera. Allí hay dos naves que apenas tenían uso. Se han rehabilitado y se han modernizado. En una se montarán laboratorios individuales y colectivos y en la otra una planta piloto con tecnología de extracción y purificación de biocompuestos.
La idea es que la incubación de empresas arranque en junio o julio. La recepción de ideas para instalarse y arrancar sigue abierta. Termina el 23 de mayo. Habrá luego una comisión de valoración para elegir los candidatos que entrarán en el recinto.
Se ha diseñado con capacidad para siete proyectos individuales y otros diez más que compartan espacios comunes en la planta. Diecisiete en total.
Carmen González Ramos es directora del Cicytex. Cuenta que en realidad se trata de una bioincubadora más que de una incubadora empresarial al uso. La iniciativa nació porque la Fundación Incide de las cámaras de comercio de toda España sacó una convocatoria con fondos Feder.
Extremadura concurrió proponiendo una bioincubadora de empresas relacionadas con la economía circular, que nacieran a partir de la investigación para aprovechar y vender subproductos agrarios o naturales.
La de Mérida –cuenta la directora– es solo la avanzadilla de un proyecto más ambicioso porque la Consejería de Economía, Ciencia y Agenda Digital quiere poner en marcha una red por toda la región con bioincubadoras de este tipo. Para esta red se busca ahora financiación. La de Mérida será la primera gracias a la convocatoria del Incide.
«El objetivo es que se incuben allí ideas, proyectos o iniciativas de empresas, pero también de investigadores o emprendedores individuales», explica. Desarrollar el I+D en una empresa no resulta sencillo. Y las instalaciones de El Prado pretenden convertirse en un espacio donde alojar todas esas propuestas que necesitan una investigación previa pero no encuentran sitio para hacerlo a coste cero.
De ahí el amplio perfil que aspiran a acoger cuando cierre la selección. Desde micropymes que ya tienen patentes que comercializan y buscan ampliar su catálogo hasta investigadores que quieren finalizar su proyecto.
Al centrarse en la bioeconomía y la economía circular, los candidatos deben basarse en procesos de extracción y purificación para aprovechar los recursos naturales de Extremadura. Desde los cultivos y los desechos de la agricultura y la ganadería hasta las plantas medicinales.
Hay muchas investigaciones abiertas que estudian las posibilidades de los subproductos y los residuos de la agroindustria para conseguir nuevos compuestos.
Suelen probarse para usos posteriores en la industria cosmética, en la alimentación animal o en la farmacéutica. «Se abre un campo amplio», prevé la directora del Cicytex.
Desde el centro lo ven como una apuesta por nuevos modelos de negocio que arrancan a partir de la innovación.
Puede haber quien por su conocimiento y su investigación haya detectado que, por ejemplo, de las hojas de olivos se podría llegar a un compuesto que podría comercializarse como fertilizante. Pero no cuenta ni con un laboratorio ni una maquinaría que le ayude a comprobarlo.
Hay empresas grandes que cuentan con recursos propios para actualizarse y entrar en el mercado, pero también investigadores y emprendedores particulares que no tienen tecnología, pero sí conocimiento. «Pretendemos que tengan un apoyo técnico gratuito para conseguirlo. Darle soporte a las ideas con futuro».
Recuerda la directora que un emprendedor que solo tiene una idea y necesita demostrarla no puede pedir ayuda ni subvención, por eso entiende necesaria espacios de arranque que ensanchen el parque empresarial tecnológico. «Detectamos ese problema. Vimos que hay muchas ideas que no se podían materializar en negocios porque no tenían sitios a dónde acudir».
La clave en este caso, insiste, es que se basa en la investigación previa. Con la vista a esta bioincubadora, el Cicytex sacó una convocatoria el año pasado para ir detectando algunas iniciativas. A la preincubación se presentaron catorce proyectos. «Vimos que había muchas interesantes». Parte de las iniciativas vinieron de investigadores de la Universidad de Extremadura que en su trabajo diario detectan una oportunidad pero no tienen medios para llevarla al mercado.
«Tenemos un potencial enorme en Extremadura para aprovechar los subproductos», vaticina. En verano seleccionarán los investigadores que utilizarán los laboratorios.
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