Las migas de El Barrio cumplen 40 años

Si hay alguien que madruga en Mérida el día de Navidad desde hace ya 40 años esos son Valeriano Prida y su compañero inseparable de batallas Pedro Domínguez. Ambos, entre otros, son los que hacen realidad una de las costumbres más arraigadas que se llevan a cabo en Mérida durante las fiestas Navideñas. Es una tradición gastronómica y culinaria que este año puede presumir de cumplir 40 años. Son las migas de El Barrio. Las que se hacen, se ofrecen y se comen el día de Navidad por la mañana, no muy tarde, y a la que están invitados todos los vecinos de Mérida que quieran degustarlas.

Los vecinos de toda la vida de El Barrio y algunos amigos de otros puntos de la ciudad no dejan solos ante el peligro ni a Valeriano ni a Pedro, maestros de ceremonia. Este último es cocinero y pone toda su sabiduría culinaria para que salgan lo más apetitosas posible. Se remangan y se afanan para elaborar un buen barreño de migas extremeñas que, a esas horas, el día de Navidad, entran de muerte acompañadas de sardinas calientes y de un vaso de vino de pitarra. Ayer, por ejemplo, se elaboraron unos 80 kilos de migas para todos los comensales.

Esta tradición viene de tan lejos que cuando empezaron no existía ni asociación de vecinos. De hecho, durante los primeros años se hacía en una casa de la calle Toledo. Ahora se preparan al aire libre, en el parque de la barriada, y se hacen raciones para más de un centenar de personas. Se avisa de que ya están listas lanzando cohetes al aire.

La gran aceptación que tienen y la implicación y el cariño que le ponen los organizadores han hecho que sea una tradición que no desaparece.

Ni la lluvia, ni el frío, ni las intensas nieblas de otros años han aguado esta tradición que se celebra año tras año resistiéndose al paso del tiempo y a las nuevas modas y costumbres gastronómicas. Ayer, por suerte, salió un día espectacular, lo que acompañó y animó a los vecinos a acercarse a degustar un plato.

La Navidad en Mérida no es Navidad sin las migas de El Barrio. Porque un plato de migas con sardinas no se le niega a nadie.