
Secciones
Servicios
Destacamos
A. GILGADO
Miércoles, 23 de noviembre 2022, 08:21
En la clase de sexto de Juan Antonio Rincón en el Ciudad de Mérida todo el que cumple años se sienta en una silla. Y escucha, uno por uno, a sus compañeros destacar algo bueno que le ve y le agradece.
Persigue el tutor un objetivo pedagógico claro. En el último curso primaria, a los chicos, preadolescentes ya, les cuesta mucho hablar en positivo de los demás.
Se pierde la naturalidad que sí muestran los niños de primero o segundo. La dinámica de la silla la vieron en un intercambio de Dinamarca. Allí es algo habitual.
Los docentes daneses detectaron que si se trabaja la positividad en las aulas hay menos incidencia de acoso escolar. Por eso ahora también lo hacen en Mérida. La anécdota que cuenta el profesor Rincón ilustra el modelo de escuela internacional y sin fronteras que ha implantado el público de la Zona Norte.
En una aldea global, resume, los problemas se enfrentan también de forma global.
El acoso a los más vulnerables, la alimentación saludable, las adicciones a los móviles o la gestión de las emociones en la adolescencia son competencias tan necesarias en un primaria de Lituania que en uno de Mérida. Y en el Ciudad de Mérida las abordan colaborando con grupos de cuatro países distintos.
El Palacio de Congresos acogió la semana pasada un encuentro sobre proyectos educativos internacionales. Y uno de los que expuso su experiencia fue precisamente el Ciudad de Mérida. El único público bilingüe de la ciudad promueve continuamente la movilidad. Estuvieron en octubre en Lituania y a finales de enero reciben a grupos de Italia, Turquía o Rumanía.
Juan Antonio Rincón Carballo es lo más parecido a un delegado de asuntos exteriores del colegio. Repasa la trayectoria de los útimos cinco años.
Primero, cuenta, hicieron un K1. Movilidad solo para los docentes. Los maestros de aquí se formaron en el extranjero sobre modelos de éxito para aplicarlos paulatinamente a la vuelta. Luego hicieron un K2, intercambio de profesores y estudiantes con otros públicos de varios países.
Y ahora se encuentran inmersos en otro con un grupo de cinco colegios de cinco países distintos.
Se reparten las tareas sobre un tema concreto –alimentación saludable, por ejemplo– y cada uno redacta sus conclusiones que luego presentan a los demás en las reuniones internacionales.
« Pero no es una movilidad para un grupo concreto de alumnos, sino un proyecto de centro que nutre constantemente al colegio. Buscamos que toda la comunidad educativa se beneficie de esa relación internacional», explica el profesor.
Si hay previsto un viaje a Rumanía, todas las clases hacen algo relacionado con Rumanía. «Eso engloba la idea de escuela internacional».
Antes de la pandemia, el Día de la Paz en la Escuela coincidió con un viaje a Polonia. Aprovecharon la coincidencia para recordar lo que pasó en Polonia y en los campos de concentración de Auswitch. «Es un trabajo de muchos. De sentarnos y organizarnos para que todo confluya».
Trabajan programando una movilidad por trimestre, pero la evolución de la pandemia y la guerra de Ucrania han reformulado el calendario. A Lituania deberían haber ido en mayo. Pero se retrasó porque la invasión rusa en Ucrania afectó en esos meses a la seguridad de los países vecinos y los docentes decidieron posponerlo. Por eso lo hicieron en octubre, cuando ya no hay riesgo de viajar a países cercanos a Ucrania.
Destaca también el profesor la implicación de las familias con los socios de otros países que tiene el centro.
Hay quien ha pedido acoger en enero a alumnos que visitan Mérida a pesar de que sus hijos no van a ir a los intercambios posteriores o no han participado en los anteriores. Como docente de lengua extranjera percibe un claro impacto en los participantes.
Con once años viven una semana con una familia extranjera y lo más normal es que solo se comuniquen en inglés. Aunque todos lleva en el móvil traductores simultáneos, al final no los usan. Se desenvuelven perfectamente en el día a día del país en el que residen. Ha visto el profesor en estos años a niños que viajaban por primera vez en avión y las sorpresas al entrar en un aeropuerto. «Hay detalles en todas estas experiencias que a los adultos nos pasan desapercibidos y a ellos les aporta mucho». Por eso recomienda la escuela sin fronteras.
Publicidad
Álvaro Rubio | Cáceres y María Díaz | Badajoz
María Díaz | Badajoz
Cristina Cándido y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.