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Rafael Moneo cruzando ayer la nave principal del edificio que diseñó. J. M. ROMERO
Moneo vuelve a su museo

Moneo vuelve a su museo

Aniversario. El arquitecto que diseñó la sede actual del Museo Nacional de Arte Romano participó ayer en el 35 aniversario del edificio

A. GILGADO

Martes, 21 de septiembre 2021, 07:15

Lo que empezó como una obra por treinta mil pesetas en 1979 sobre un muro de contención acabó en un edificio icónico de 550 millones en 1986.

El arquitecto Rafael Moneo pisó ayer el museo que diseñó a finales de los setenta y del que supervisó cada palmo que se levantó hasta el 19 de septiembre de 1986.

Treinta y cinco años desde que abrió sus puertas. Tres décadas y un lustro que como reconoce Trinidad Nogales, su directora, en arqueología no valen ni un suspiro, pero en vida institucional dan para mucho. Tanto como para pasar de un centro de ámbito local encajonado en la iglesia de Santa Clara a un referente internacional.

«Era consciente de que iba a ser la obra que me representara», dijo anoche el arquitecto.

Se acordó del calor que pasó vaciando el solar de restos romanos, de los platos de arroz con liebre que compartió en Casa Benito muchos viernes con el jefe de obra, del entusiasmo que despertó en su hija o de que su padre no pudiera verlo terminado.

A Moneo se le agolparon anoche los recuerdos en voz alta. Con la perspectiva del paso del tiempo cree que el edificio está hoy en pie gracias al esfuerzo de personas muy diferentes, que a pesar de tener intereses casi opuestos, encontraron en el edificio una causa común.

En estas tres décadas ha coincido varias veces con Javier Solana, el entonces ministro de Cultura. Y siempre, dijo Moneo, el exministro le confiesa que legados como el Museo Romano son retos por las que merece la pena dedicarse a la vida pública.

«No solo los arquitectos están detrás de los edificios, en realidad se convierten en aspiraciones de muchos», sentenció.

Por eso su intervención estuvo llena de nombres propios. Algunos conocidos por todos, otros solo para los que vivieron de cerca la obra.

Agradeció que el contratista, los carpinteros, los operarios y los albañiles vislumbraran también su relevancia. «Hoy se remunera por la horas y se ignora el resultado, en el Museo eso no pasó, todos compartían el entusiasmo».

Habló del empeño de Dionisio Hernández Gil, que tuvo pocos problemas para conseguir una partida de treinta mil pesetas de la Dirección General de Bellas Artes en 1979 para hacer un muro de contención en la calle José Ramón Mélida. Aquella primera intervención pequeña y urgente sirvió para justificar después un proyecto mayor.

También de José Álvarez Sáenz de Buruaga, que tras cuarenta años excavando en la ciudad percibió la urgencia del Museo. «Sin su perseverancia, probablemente hoy no estaríamos aquí».

Mencionó Moneo igualmente a los concejales de entonces Fermín Ramos y Antonio Vélez. A finales de los setenta, dijo, había mucho interés por la historia y un museo era la mejor forma de materializar ese interés.

Con los primeros bocetos y sobre el solar lleno ruinas romanas, tuvo dos puntos de partida. Por un lado se planteó hacer una obra respetuosa con los romanos no solo en las técnicas de construcción y en los materiales, sino también con el diseño.

Pero también creía que debía servir para integrarlo en una ciudad con dos mil años. No en un asentamiento desenterrado, sino en una urbe moderna en la que se vivía y se habitaba a finales del siglo veinte.

Apostó por mantener técnicas y materiales que empleaban los primeros pobladores de la colonia como los muros de ladrillo prensado, pero que reflejara también construcciones de una ciudad contemporánea.

La directora Trinidad Nogales agradeció que Moneo permitiera al Museo iniciar una nueva andadura. «Hoy es una institución respetada que lidera proyectos de investigación».

Moneo, dijo Nogales, hizo realidad una necesidad de la que se venía hablando desde la dura posguerra española.

El acto se cerró con la entrega del premio internacional de genio protector de la colonia de Augusta Emerita a la Fundación de Estudios Romanos y a la Asociación de Amigos del Museo.

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