Dice Óscar Rueda que el éxodo de bancos en Nueva Ciudad ha sido como un juego de naipes. Hasta no hace mucho tiempo, recuerda el presidente de la Asociación de Vecinos, había tres entidades financieras distintas en el barrio. Ahora hay no hay ninguna más ... allá del río.
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Se fue una y los clientes se repartieron entre las dos restantes. Luego emigró una de las dos y la mayoría se fue a la que quedó operativa. A los pocos meses, y sin aviso alguno, también cerró la última. Ya con todos las cuentas potenciales del barrio en su cartera de clientes.
«Por eso digo que se han reído de nosotros, porque se han ido cuando ya tenían todas las cuentas de aquí».
Ahora solo les queda un cajero automático, pero fuera de servicio. Desde la asociación creen que en realidad es una estrategia intencionada para decir que hay un servicio cuando en la práctica lo prestan. No ponen mucho apego a las peticiones para que lo arreglen, se queja. No tiene sentido, compara, que en un barrio en el que viven más de 20.000 vecinos no haya una sola entidad financiera.
Lo lamenta, sobre todo, por los mayores. Dice que son los que más notan esta carencia. No todos tienen la posibilidad de cruzar el Guadiana a diario para ir al centro, el único sitio en el que operan físicamente las entidades financieras en Mérida.
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Como presidente de la asociación es una de las quejas que más le trasladan las vecinas mayores. «Lo que más molestó fue que el último banco se fue sin previo aviso. De un día para otro».
El apagón financiero en Nueva Ciudad no encaja con el dinamismo que perciben los residentes. Por inercia y por planes urbanísticos en zonas como Casaverde, Nueva Ciudad tiende a expandirse y a sumar vecinos en los próximos años. «Tenemos el centro comercial de Carrefour, el Hospital con negocios que abren 24 horas, colegios, institutos, la sede del SES y sin embargo no hay ni una sola oficina bancaria. No encaja con la realidad del barrio».
En Nueva Ciudad comparan su situación con lo que ha ocurrido también en la Antigua. Igualmente pasó en poco tiempo de varios bancos alineados en una acera de Juan Carlos I a no tener ninguno. También ocurrió algo parecido. Los comerciantes y vecinos se fueron mudando hasta que el último cerró.
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En el caso de la Antigua, una oficina bancaria decidió finalmente mantener un cajero automático para que los clientes con tarjeta de crédito pudieran sacar dinero.
También hubo en este caso una queja pública del presidente vecinal Luis Valiente por el desamparo de los mayores.
En el caso de Nueva Ciudad la opción de mantener cajeros también se contempló. El presidente Óscar Rueda habló precisamente con los dos bancos últimos para sondear esta posibilidad. Uno lo intentó pero no llegó a un acuerdo con el nuevo propietario del local para la cesión y el otro dijo que lo pondría. Incluso lo montó, pero no funciona y tampoco hay indicios de que vaya a activarlo.
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Con tan pocas opciones, hay quien acude a familiares de mucha confianza para que les resuelvan sus gestiones con el banco y le saquen dinero de las oficinas del centro. Destaca el presidente la solidaridad en el barrio entre las familias, pero cree que ahora hay vecinas que han perdido su autonomía financiera porque antes solucionaban cualquier trámite y ahora dependen de los demás. Insiste en que hay mucha gente que no puede cruzar el Puente Romano o el Lusitania y volver en una mañana. «Los que vivimos aquí sabemos que eso es más común de lo que parece».
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