María Isidora Fernández se quedó en paro cuando se declaró la crisis sanitaria global. Trabajaba en la organización de eventos en la ciudad y recibiendo a turistas. Desde entonces en la lista del Sexpe. Le llamaron el año pasado a estas alturas por si ... quería entrar como alumna-trabajadora en la Escuela Profesional Barraeca. En Mérida no hay fontaneros y las empresas de climatización no encuentran personal para atender los avisos, por eso financia la Junta de Extremadura estos cursos.
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Aceptó Isidora porque quiera volver al mercado laboral. El viernes recogió su certificado de profesionalidad. Ha pasado un año aprendiendo a montar sistemas de calefacción. El jueves tuvo una entrevista con una empresa para incorporarse. Y las previsiones son optimistas. «Me dijeron que si quería seguir formándome y yo les dije que sí. He aprendido mucho, nunca pensé que iba a poder trabajar de fontanera, pero ahora es lo que más ilusión me hace».
Ya se sabe que este tipo de programas para desempleados se hace en función de los perfiles que se buscan. No hay en la ciudad fontaneros ni electricistas. De ahí los dos módulos –el tercero es de peón de arqueología–. Y también se sabe que el paro femenino en la ciudad está muy por encima del masculino, 3.100 sobre 1.900. Por eso anima Isidora a compañeras suyas a reinventarse en otros sectores. También se refirió a esto el alcalde de Mérida, Antonio Rodríguez Osuna, en la clausura. «Que haya muchas más mujeres que hombres en las escuelas profesionales significa que hay muchas que tienen interés y voluntad de reincorporarse al mercado laboral». Y alabó la diversidad generacional. En el auditorio había alumnos por encima de los cuarenta o cincuenta años y también jóvenes que buscan encauzar su vida laboral de una vez tras encadenar trabajos precarios al abandonar los estudios. Destacó el alcalde del enriquecimiento profesional que da los grupos heterogéneos.
En ese perfil de jóvenes con ganas de cualificarse encaja Javier García, de veinte años. Su experiencia se resume en algunos meses de camarero, en el campo y de peón de almacén. El jueves también hizo una entrevista en Cáceres. «Lo de montar aire acondicionado me gusta bastante. Aquí lo hemos tocado poco, pero me gusta. Quiero seguir».
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Sirvió también la clausura para que los alumnos trabajadores de Barraeca se deshicieran en elogios hacia sus formadores. Por lo que contaron, el equipo docente de este año ha destacado por la cordialidad y la motivación. «Nos han subido mucho la autoestima, hemos vuelto a confiar en nosotros mismos», es la principal conclusión que saca María Isidora. Y ven con optimismo la salida al mercado. Les recordó el alcalde que la promoción del año pasado consiguió más de un 75% de inserción. La mayoría están trabajando un año después y algunos además han optado por seguir formándose haciendo ciclos formativos de FP. También les animó al autoempleo, porque son sectores de fácil acceso en los que operan autónomos montando instalaciones eléctricas o de climatización.
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