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Festival de Teatro de Mérida
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Festival de Teatro de Mérida
La ópera impulsa a otra Medea, la vieja y admirada conocida del Festival de MéridaUno siempre tiene la impresión de que el espíritu de Margarita Xirgu Subirá (se pueden poner de pie si lo desean al recordarla) anda siempre inquieto por el Teatro Romano de Mérida. Su escultura de bronce (del extremeño Eduardo Acero), conduce, desde 2008, a la ... escena del Teatro emeritense bajo un halo siempre misterioso. Supongo que todos la conocen. Esa mano que se lleva a la cabeza, ese gesto de desvanecimiento, de la atormentada Medea. Estatua para carne de memes y de selfies a mansalva, sí, pero imagen imborrable del teatro recuperado para el Teatro con el texto primitivo de Eurípides. La tragedia más dramática. Medea, sin más. Medea nada menos.
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J. M. Romero
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Con esa escultura en sitio preferente, Mérida encumbra cada año la obra que la Xirgu hizo revivir al enterrado y casi olvidado durante siglos espacio teatral. Entre esa primera 'Medea' protagonizada por Margarita Xirgu y dirigida por Cipriano Rivas Cherif , del domingo 18 de junio de 1933, a la enésima versión de 'Medea' de anoche, jueves 27 de junio de 2024, para el estreno de la 70ª edición del Festival de Mérida, va un inmenso trecho. Versiones para todos los gustos, actores (me permito sugerirles la actuación de Ana Belén en 2015 o cualquiera de las tres que hizo Nuria Espert), directores...no cabrían en un folio citarlos.
Porque el mito de Medea es el más representado en la escena del Festival extremeño. El que todo el mundo conoce. Pero la 'Medea' de anoche que se representó bajo el formato de ópera tiene algo que seguro a la Xirgu le debería agradar. Mantiene la pasión de la palabra a través del canto. El desgarro del alma a través de la música cantada. La gestualidad. El simbolismo. El saber ocupar, en todos los sentidos, un enorme espacio como es el Teatro Romano de Mérida. En lo que no hay cambios entre la 'Medea' de 1933 y la de 2024 es que sigue siendo atronadoramente perturbadora. Con o sin música, pero igual con lo último le añade un matiz que aumenta esa sensación.
Entre los entregados 3.000 espectadores que vieron la 'Medea' de 1933 con la que se inició el moderno Festival de Teatro Clásico de Mérida estuvieron el presidente de la Segunda República, Manuel Azaña, varios de sus ministros y el embajador de Italia. Contó también con la Orquesta Filarmónica de Madrid. El ministro protagonista anoche fue el de Cultura, Ernest Urtasun. La orquesta, la de Extremadura, dirigida por Andrés Salado. También intervino el Coro de Cámara de Extremadura, al mando de Amaya Añúa. Y los espectadores que presenciaron el espectáculo, de nuevo la cifra mágica de 3.000. O dicho de otra forma. Casi lleno. Y, según lo visto, salieron del Teatro con una cara de satisfacción a prueba de ópera, aunque sea en francés. Diez minutos de aplausos finales lo certificaron.
Un espectáculo nada convencional, alejado del gran público porque la ópera no es un género populista -dicho sea sin matiz peyorativo- pero extraordinariamente ensamblado para configurar una apuesta de altura.
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Celestino J. Vinagre
Y no nos referimos al andamiaje montado, de unos diez metros de altura, que se convierte en elemento indispensable del montaje donde los personajes lloran, maquinan y dibujan un escenario parecido a un infierno. Esta operística Medea, coproducida por el Teatro Real de Madrid, el del Festival Abu Dhabi (Emiratos Árabes Unidos) y el propio Festival emeritense, es impactante. Conocida más que se sobra la tragedia de Medea, su esposo Jasón, y la triste suerte que golpea a los hijos de estos y la locura que envuelve todo el mito, se trata de desarrollar un trabajo diferente y brillante. Y eso se consigue sin lugar a dudas. Cantada en francés, con subtítulos en castellano, se volverá a poner en escena mañana sábado. Será la última oportunidad de saborearla en este Festival.
Esta innovadora Medea se nutre de una ópera de finales del siglo XVIII en tres actos con música de Luigi Cherubini y libreto en francés de François-Benoît Hoffmann. Pero esta es también la Medea de Paco Azorín, brutal maestro-director de escena. Y la Medea de la soprano Ángeles Blancas y del tenor estadounidense Noah Stewart. No se olviden. En realidad, para ser justos, es un trabajo apabullantemente coral en el que lucen también la mezzosoprano Nancy Fabiola Herrera, la soprano Leonor Bonilla, el barítono Esteban Baltazar y hasta los adolescentes que hacen de los hijos de Jasón y Medea, que hablan sin hablar. Son Carla Rodríguez e Ismael Palacios.
Que la atinada mano del director de escena y escenógrafo Azorín está detrás de todo esto se nota para los que tengan un poco de memoria festivalera emeritense. Salta a la vista. Hace cinco años, en la edición de 2019, el certamen teatral acogió su última ópera, un 'Sansón y Dalila'....igualmente azoriniano. Y de nuevo Paco Azorín estuvo en el anterior montaje operístico del Festival, el de 2014, con 'Salomé'. Todos montajes de riesgo, todos montaje lustrosos. Porque poner ópera en un festival de teatro y más como el de Mérida requiere de mucha valentía pero queda demostrado que es un género perfectamente incrustable en su programación. Y más cuando lo que se lleva es calidad.
Esta nueva Medea, de 125 minutos de duración, con descanso de 20 minutos, mezcla más de sesenta personajes en la escena y en el graderío del Teatro, luces tenebrosas y sangrientas, mapping sobre las columnas del frente escénico y un 'hilo musical' escandalosamente bueno, el que desarrolla la Orquesta de Extremadura.
La soprano Ángeles Blancas, la loca Medea, lo borda. Modula su voz. Declama. E interpreta. Lo mismo que Noah Stewart. O el coro que canta, se mueve y teatraliza, cambiándose de ropajes y posiciones como un camaleón. Pueden ser visibles con vestimenta clásica y moderna. Representan a un grupo policial antidisturbios, a militares de la OTAN o al ejército de Creonte.
Ni siquiera el hecho de saber de antemano cómo va a acabar la historia que se nos presenta por enésima vez (justo en la primera escena de la ópera el propio Paco Azorín nos hace un escandaloso spoiler de lo que va a suceder una hora y media después) hace perder el mínimo interés. La música y el canto no bajan la intensidad en ningún momento; las sombras chinescas o tenebrosas crean un ambiente maravillosamente tétrico; los personajes se reparten por el inmenso Teatro; la Orquesta de Extremadura se regodea en su actuación....todo suma para moldear un producto musical-teatral que engancha al público. Al generalista y es de suponer al especialista en ópera.
Seguramente todo ayuda a que la temática sea la tragedia más dramática de todos los siglos. La eterna Medea. La que revivió Mérida y su Festival hace casi cien años. La historia dramática más hermosa, eternamente reinventada en la escena del Teatro Romano de Mérida. Poco más se puede decir. Y no es poco.
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