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Domingo, 17 de mayo 2020, 09:31
Cada época histórica ha tenido su epidemia. La peste negra se asocia a la Edad Media, el cólera con el siglo XIX, la gripe con el XX, etc. «Pero si tuviéramos que señalar la enfermedad más mortífera de las que ha sufrido la ciudad, probablemente tendríamos que elegir el paludismo». Así lo ha estudiado el profesor José Montero. Al transmitirlo los mosquitos, y al proliferar estos en las aguas quietas del Guadiana y el Albarregas, el paludismo estaba presente de manera constante, amplificando su ataque en los meses de calor. En las fuentes de la época recibía varios nombres como 'tercianas' o 'cuartanas'. Pero las mismas fuentes lo ocultan con más frecuencia bajo el nombre de 'calenturas', por ser la fiebre el síntoma más evidente. Las calenturas englobarían diversas enfermedades, pero muchos indicios apuntan a que el paludismo era la predominante. Todo los veranos, el Ayuntamiento subastaba el abasto de nieve y helado de limón, remedios que, junto al sangrado del enfermo, se consideraban eficaces contra el paludismo.
A lo largo de la primera mitad del XIX, las calenturas mataron a casi la mitad de los fallecidos en la ciudad, muchos de ellos víctimas del paludismo. Ello a pesar de la escasa letalidad de esta afección.
El paludismo tuvo otro efecto: como consistía en fiebres intermitentes y debilitantes, dejaba a muchos trabajadores en casa, incapaces de realizar sus tareas. Es imposible medir el daño económico, pero debió ser considerable.
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