
Las pensiones
La aldaba ·
MATILDE MURO
Lunes, 1 de julio 2019, 09:26
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La aldaba ·
MATILDE MURO
Lunes, 1 de julio 2019, 09:26
Cada mes, como alguna maldición inevitable, las noticias nos informan, porque el gobierno de cada color que nos toque así lo indica, el importe atroz de la nómina de las pensiones, y lo que es aún peor, nos dicen cómo agotan los recursos establecidos para hacer frente a tal nómina, dejando secos los ahorros de años de bonanza o teniendo que recurrir a créditos que la misma Administración se solicita entre sí para que los cuadraditos de las casillas del Presupuesto Nacional sigan encajando en el balance final.
Es penoso asistir a este espectáculo manipulado de las cuentas públicas, que deviene en un desprecio generalizado hacia los pensionistas, como objeto de gasto inútil, como si se pudiera contemplar en algún momento que sobran, y que no estaría muy lejos de futuros planes de todos los gobiernos dejar de abonar los ahorros que de por vida han ido depositando en las arcas nacionales los trabajadores de toda clase de estamentos y condición.
Cuando la administración está paralizada o gobernada por gente poco dotada en estas cuestiones, los salarios de los funcionarios criticados, denostados e 'inservibles', las fuerzas armadas, el poder judicial, la medicina, los profesores y los curas, son abonados sin chistar y sin que nadie diga a gritos cuánto nos cuesta cada mes ni de qué partida presupuestaria salen los dineros. Si preguntamos al común de los mortales, a nadie le parecería mal que dejaran de abonarse salarios a los funcionarios antes mencionados, pero eso sí, que su bienestar (que es el que les proporcionan los funcionarios con su trabajo), ni se lo toquen.
Pues lo mismo ocurre con los pensionistas. Son gente que ha armado la vida y convivencia de este país, que ha propiciado la paz social de la que disfrutamos, y otorga a un pueblo de sangre caliente el sosiego que se necesita, porque si los padres y madres que dan de comer los domingos a sus hijos en torno a la mesa, haciendo uso del dinero que les proporciona su pensión, no atemperan opiniones, no templan gaitas, no recuerdan que hubo tiempos peores, no dicen que la sangre caliente acaba por coagularse y el resultado es el peor que imaginemos, en España ni en ninguna otra parte del mundo viviríamos en paz.
Las pensiones son la mejor inversión que un país hace en convivencia y serenidad y esa cantinela mensual de lo que cuestan resulta molesta y mentirosa, porque la verdad es que los que mandan sobre el caudal de los dineros públicos no los saben manejar, no saben invertirlos y, como todo lo que ahora está pasando, se limitan a usar la lengua como arma de guerra y no de paz. ¿Acaso alguien dice cuánto se gasta mensualmente del presupuesto nacional dedicado al pago de salarios de políticos? Ellos están elegidos y pagados para administrar, no para alimentar el odio y el miedo hacia lo que creen que nunca van a ser: viejos. Ahí se equivocan y en otras cosas, también.
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