Summa Diversitas, que se traduciría del latín como diversidad plena surge en enero. Es la primera agrupación local en defensa de los derechos LGTBI. A la larga trayectoria de Fundación Triángulo o Extremadura Entiende, que tienen un alcance regional, Summa Diversitas nace en Mérida y ... para los vecinos de Mérida. Los actos del Orgullo de la próxima semana servirán de presentación pública. Al frente Gonzalo Aleson, el locutor conocido en la ciudad por ser un voluntario y activista.
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–¿Por qué surge Summa Diversitas?
–Es una reivindicación desde la cultura y el deporte. Hay muchos deportistas que son del colectivo y muchos artistas que ven en la cultura una forma de expresión y reivindicación.
–Probablemente sean ustedes la primera asociación en Mérida LGTBI.
–Fundación Triángulo y Extremadura Entiende tienen sede aquí. Pero asociación local como tal no existía. Somos un grupo de activistas que a través del programa de radio coincidíamos y decidimos fundar la asociación en nuestra ciudad. Antes no había en Mérida y nacemos aquí, pero a través de la cultura y el deporte esperemos en un futuro llegar a más gente.
–Por experiencias personal, ¿es Mérida una ciudad que respete la diversidad?
–Vivo en Mérida desde hace quince años. He notado un cambio a mejor. Al principio de mi etapa aquí había un cierto miedo a ser activista. Había rubor por ir con tu pareja por la calle. Luego eso fue cambiando. Se ha naturalizado todo. Pero ha vuelto el miedo al colectivo. Nos sentimos agredidos y eso coincide con los discursos de odio de algunos partidos políticos. Nosotros queremos trabajar con los mayores. Con todo lo que lucharon antes. Y coinciden ahora muchos que vuelven a tener miedo. Mérida es una ciudad de acogida. Nos sentimos acogidos, pero también conozco a gente que le han insultado por la calle. Eso ocurre. Es minoritario, pero ocurre. Y nos preocupa que esos comportamientos minoritarios de rechazo y odio vengan de gente muy joven.
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–¿Por qué le seduce tanto a los jóvenes la homofobia?
–Pues no lo sé, pero sí vemos que hay mensajes políticos que llegan mucho a ellos. Yo soy una persona pública en Mérida y nunca ha ocultado mi activismo. Yo quiero que la gente joven se deshaga de ese odio. Y digo odio porque es lo que a veces vemos y sentimos en los institutos, en las universidades y espacios donde se mueven los jóvenes. No lo entendemos y queremos llevar nuestro mensaje para contrarrestar.
–¿Por qué se centran ustedes en la cultura y el deporte?
–Este año el lema del Orgullo es educación y memoria frente al odio. Yo añadiría cultura. Porque hay voluntarios y activistas de nuestra asociación que hacen teatro, música, artes plásticas y creemos que en esas herramientas hay mensajes positivos. Y precisamente ahora que estamos viendo en muchos sitios como las obras de teatro LGTBI se están cancelando y en las bibliotecas municipales se retira la literatura LGTBI.
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–¿Qué pasó realmente al monumento de la Diversidad del Siete Sillas?
–Se inauguró hace unos años y a los cuatro o cinco días lo cortaron con una radial. Así se quedó. No se tocó y ahora el concejal ha querido sacarlo del olvido. Se decidió mantener la agresión para que no se nos olvide que somos un colectivo agredido constantemente. Ahora se ha ampliado, se ha puesto un banco y las parejas pueden ir ya a dejar allí sus candados. Queremos que Mérida sea ciudad refugio LGTBI. Hay mucho turismo LGTBI, mucho. Y creemos, que viendo lo que ocurre en otras ciudades, Mérida puede ejercer de refugio. No olvidemos que fue la primera ciudad en España en tener una concejalía LGTBI, incluso antes que Barcelona. Y aquí, quizás por el turismo y la diversidad de gente que entra y sale de la ciudad, es ya de por sí abierta y acoge. Queremos que la gente del colectivo vea Mérida como una ciudad en la que puedes venir sin miedo a miradas o insultos. Hay gente que vive en los pueblos que no lo tiene tan fácil todavía.
—Por lo que habla usted con las familias, ¿sigue siendo tabú la homosexualidad para los padres?
–Yo siempre digo que si querían a sus hijos antes de les hablaran de su homosexualidad, no tienen por qué dejarles de querer después. Antes hablaba de los mensajes de odio entre los jóvenes, pero también vemos que los adolescentes dan el paso de una forma clara mucho antes que las generaciones anteriores. En mi época, a los trece, catorce o quince años no se atrevía uno hablar de eso. Esperábamos más. Ahora vamos a las charlas a los institutos y notamos que a esa edad ya no se cortan. Lo tienen claro.
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