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La ópera, ese género casi oculto en la historia del Festival de Mérida, inicia con brillantez la 65ª edición de la gran cita cultural de Extremadura. La historia de 'Sansón y Dalila', la del imbatible guerrero y juez que sucumbe ante los encantos de una pérfida mujer empleada para ganar un conflicto político, introduce intensidad y emoción durante casi dos horas y media ante un público muy agradecido por el resultado del montaje ideado por Paco Azorín. Tanto que durante diez minutos no dejó de aplaudir una representación teatral musicalizada que partía con evidentes dificultades previas. Encajar, de manera apreciable, la presencia de cerca de 350 figurantes, el coro, la Orquesta de Extremadura y las propias voces de tenores, mezzosopranos y barítono tiene sus obstáculos. Pero ayer, en el estreno de 'Sansón y Dalila' ante un graderío casi lleno (unos 2.800 espectadores, el producto final operístico respondió y, como suele ser habitual, debe mejorar el engranaje en las dos próximas funciones, previstas para el sábado y el domingo.
La figuración para crear un montaje casi épico, del viejo cine péplum de mitad del siglo pasado, puso su añadido sobresaliente a través de la participación de personas de Plena Inclusión y otros colectivos sociales. Fueron ellos los que introdujeron a la ópera otro toque singular en el Teatro Romano emeritense, un monumento que vio de nuevo la presencia de animales sobre el escenario (caballos). Todo, sin duda, para generar un montaje que emociona, impacta, hace reflexionar, golpea las mentes por que más allá de una muchas veces vista historia de amor (y traición), la ópera dirigida por Azorín y aderezada escenográficamente por Carlos Martos transmite actualidad. La lucha por el poder, la represión al pueblo, la dictadura, la prensa contando al mundo lo que pasa o la barbarie de la venganza se entremezclan para que el espectador no tenga un instante de despiste. Y eso no es fácil por la duración del montaje y el descanso obligado de quince minutos. Eso y que, para no engañarnos, hablar, ver y saborear ópera en Extremadura en algo casi inaudito. La última que se vio en el Festival emeritense fue en 2013.
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La ópera 'Sansón y Dalila' tiene los componentes de una buena dirección teatral (se nota que Paco Azorín conoce, respeta y optimiza el monumental recinto emeritense) y musical. En este apartado hay que señalar las actuaciones sobresalientes de la mezzosoprano María José Montiel, una Dalila muy convincente, el tenor Noah Stewart, en su gigantesco papel de Sansón, o los barítonos David Menéndez y Damián del Castillo y el bajo Simón Orfila. Si a eso se le suma una descomunal Orquesta de Extremadura (da la impresión que ha estado muchos años desaprovechada en la región para el Teatro Romano y otros recintos en general), dirigida por Álvaro Albiach, y el excelente actuación del coro de cámara de Extremadura, guiado por Amaya Añúa, el producto final es muy aprovechable.
Al inicio del Festival de Mérida asistieron numerosos dirigentes políticos. Al presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, apenas dos horas después de su toma de posesión, se sumaron la presidenta del Congreso, Meritxell Batet; el presidente del Senado, Manuel Cruz; el ministro de Fomento, José Luis Ábalos; la presidenta del Consejo de Estado, María Teresa Fernández de la Vega y el alcalde de Vigo y presidente de la Federación de Municipios y Provincias de España (Femp), Abel Caballero. Yolanda García Seco, delegada del Gobierno en Extremadura; las consejeras en funciones Leire Iglesias (Cultura), Begoña García (Agricultura), Esther Gutiérrez (Educación); la portavoz de la Junta, Isabel Gil Rosiña; Blanca Martín, presidenta de la Asamblea; Miguel Ángel Gallardo, presidente de la Diputación de Badajoz y alcalde de Villanueva de la Serena; y Francisco Buenavista, alcalde de Hornachos y presidente de la Fempex (Federación de Municipios y Provincias de Extremadura (Fempex) también estuvieron dentro de la representación política, al igual que dos diputados autonómicos de Ciudadanos, Marta Pérez y Joaquín Prieto. El histriónico Pablo Carbonell, cantante de Toreros Muertos, actor y humorista, o Gecko Turner, el músico extremeño tampoco faltaron.
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