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Semana Santa de Extremadura

Viacrucis de recogimiento en la Concatedral de Mérida

Sin la plasticidad del Anfiteatro, el rezo de las estaciones de madrugada fue más sobrio que otros años

Antonio Gilgado

Mérida

Sábado, 30 de marzo 2024, 07:33

El Papa Francisco envió un vídeo a los cofrades de la ciudad durante el pregón del 16 de marzo. Les dijo que les tendría muy presentes cuando estuviera en el Coliseo de Roma en el viacrucis porque en ese mismo momento estarían en Mérida celebrándolo ... en el Anfiteatro Romano. Pero al final, ni el Papa pudo acudir al Coliseo por problemas de salud ni los cofrades de Mérida al Anfiteatro por la lluvia.

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La Junta de Cofradía decidió el Jueves Santo hacer esta vez las catorce estaciones en la Concatedral de Santa María. El barro del recinto romano por las borrascas impedía acceder con el Cristo de la O al monumento.

A las doce y media empezó el rezo en el templo de la Plaza de España. El Cristo de la O es del siglo catorce, la imagen más antigua de la Semana Santa de Mérida y la veneran todas las hermandades de la ciudad. La cruz se colocó en el pasillo de la iglesia, que quedó prácticamente a oscuras. Luego se fueron leyendo las estaciones. El broche a de cada pasaje lo puso la capilla gregoriana, que tuvo en esta ocasión mucho más protagonismo. Le favorece la acústica de una iglesia cerrada más que el recinto abierto habitual. Respetó el público el voto de silencio. Solo se escucharon los cánticos y los rezos desde el altar. Leyeron los representantes de las hermandades pasajes de los evangelios y los catorce pasos: Jesús es condenado a muerte, Jesús cae por primera vez, Jesús encuentra a María...hasta el 14, que cuenta la Resurrección. Tras cada paso hicieron una reflexión partiendo de lo que se cuenta en los evangelios. Cuando se relató en el número 5 sobre el encuentro con Simón de Cirene, el desconocido que le ayuda a llevar la cruz cuando camina hacia el Gólgata (Calvario), hubo un rezo por todos los que ayudan a los demás de forma desinteresada. Pidieron en el viacrucis por los voluntarios. También por las mujeres migrantes y las que son injustamente infravaloradas. Hubo reflexiones sobre el mundo de la inmediatez y el consumismo. Pidieron anoche en el Concatedral por un consumo responsable. Y, por supuesto, por el perdón. Discusiones innecesarias, relaciones frustradas por la incapacidad de mirar más allá de una mala palabra del otro, dijeron. Perdonar, como perdonó Jesús al final de su vida pública a los que les crucificaron, pidieron.

El viacrucis duró poco más de una hora. Tras la catorce estaciones leyó el sacerdote Antonio Becerra el famoso poema de Gabriela Mistral dedicado al nazareno. Se encendieron las luces en Santa María y los fieles se acercaron luego para besar al Cristo de la O como despedida. Fue el de anoche un viacrucis menos vistoso sin la plasticidad del Anfiteatro Romano, pero cargado de intimidad por el silencio del templo lleno de gente, la oscuridad y los cantos gregorianos.

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