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Ovación larga, calurosa y con afecto. Más de tres mil espectadores en un estreno con el Teatro Romano lleno como pocas veces se ha visto un miércoles de Festival. Es esta Medusa de Victoria Abril un montaje complejo. Con mucha escenografía, videomontaje, coro, ballet y ... un texto escrito para zarandear al que lo escucha. No es fácil ponerlo en el escenario del Romano.
Con el público aún en pie tras el estreno, el director tomó la palabra y defendió a su equipo. Con la adrenalina del final confesó que solo llevan dos días en el Teatro y se emocionó al verlos luchar para corregir los fallos técnicos. Lo mismo dijo luego Victoria Abril en el peristilo. Cada día iremos a mejor, avisó. Pone este montaje de José María del Castillo el mito de Medea del revés. Ni los monstruos son tan monstruos y ni los héroes como Perseo son tan héroes.
Hay que desenmascarar a esos mismos que nos obligan a ser marionetas concebidas para consumir y aparentar. Y lo hace partiendo del final de la historia. Se presenta el Perseo de Adrián Lastra con la cabeza de Medusa en el saco. Y es alabado. Entronizado por descabezar a la malvada gorgona que convertía en piedra a todo el que la miraba. Perseo baila con los militares que le prometen seguirle hasta el final de sus días. Pone voz al baile de la victoria Ruth Lorenzo. Y entra luego Victoria Abril parando en seco la fiesta. Se dirige al público. Da un giro al relato. Se acabó la farsa de machitos impregnados de testosterona. Según los griegos es la mala, la monstruosa y la siniestra. He venido a contar la verdadera historia, le dice al Teatro Romano. Lo correcto es que un héroe mate a un monstruo. ¿Cuándo aprenderéis que el verdadero peligro llega siempre a través de la aguas mansas?
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Elena Ambrona
Medusa se muestra como una joven sacerdotisa virgen sirviendo a la diosa Atenea. De Medusa joven hace la bailarina Elisabet Biosca. Mientras la vieja Medusa habla con el público la joven danza en el escenario. Al verla bailar, se entiende que a sus pies cayera hasta el mismísimo Poseidón, el dios que jamás acepta un no por respuesta. La escena de la violación de Poseidón a Medusa es un coreografía vibrante entre Peter James y Elisabet Biosca. Medusa es una víctima de la violación incomprendida porque nadie cuestiona a un dios. Y va haciendo luego el recorrido como víctima por todos los etapa que pasa una mujer. Desde la negación a la depresión. Pasando por la incomprensión. Hace dos mi años y ahora hay quien no se ha enterado que no es no. Le acompaña en este recorrido el coro de cámara de Extremadura, los bailarines, la voz de Ruth Lorenzo, el Perseo de Lastra y la Atenea de Mariola Fuentes. Recluida en una cueva y con aspecto que nada tiene que ver con lo que siente en su interior.
La escena final en la que coinciden Medusa, Perseo y Atenea resuelve el giro completo que quiere contar el director en esta función. Y, por la respuesta de anoche, el público lo comparte y lo celebra. Medusa posiblemente supere los treinta mil espectadores en Mérida.
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