Maquinaria utilizada en el dispositivo de Totalán:: EFE

Totalán: la estela de Vermicino o San José

El batiscafo ·

alfonso callejo

Miércoles, 23 de enero 2019, 11:05

En el momento de redactar estas líneas aún no ha sido posible completar el túnel horizontal que conduzca a donde se supone se encuentra el pequeño Julen, caído a un estrecho y profundo pozo hace casi 10 días en la localidad malagueña de Totalán. Desde el inicio de esta tragedia muchos hemos recordado con encogimiento aquel otro episodio similar que acaeció en Vermicino, Italia, hace cerca de cuarenta años, que finalizó dramáticamente con el fallecimiento del pequeño Albertino Rampi, al resultar infructuosos todos los intentos de rescatarle del pozo donde había caído. En aquella ocasión incluso se llegó al contacto físico con el pequeño, que no fue posible izar debido al barro. Los lamentos de Albertino escuchados desde el interior de la sima tuvieron en vilo a millones de telespectadores en todo el mundo, y aún están presentes en muchos ánimos las lágrimas de Sandro Pertini ante aquella cruel impotencia.

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El contrapunto feliz a esta tragedia fue el exitoso rescate con vida de los 33 mineros chilenos atrapados a más de 600 metros de profundidad en la mina de San José en 2010, que lograron sobrevivir 20 días hasta que se logró contactar con ellos para proporcionarles alimentación, siendo rescatados uno a uno; también todo el planeta fue testigo por televisión de aquel drama con final feliz.

Igualmente el rescate de Julen está conllevando una importante repercusión mediática. Dejemos a un lado las críticas de quienes piensan que es excesiva la presencia de esta información a todas horas en cabeceras de programas informativos. O, sobre todo, de quienes sostienen que esas conexiones en directo en magacines especializados en otra temática mucho más banal, es una falta de respeto al mezclar noticias basura con asuntos dramáticos. También se suscitó este debate durante la búsqueda del 'pescaíto' Gabriel. Admitiendo que es lamentable que determinadas cadenas tengan la tentación de conseguir una mayor audiencia dando cobertura a episodios de este tipo, la búsqueda o el rescate de un niño indefenso sobre el que se cierne la más brutal de las tragedias, si es tratada con profesionalidad y respeto hacia las familias y huyendo del morbo -como creo es el caso de la inmensa mayoría de profesionales de la información actualmente- es una cuestión que arrastra el ánimo de cualquiera, incita a la solidaridad y el apoyo sincero, generando en la población los más nobles sentimientos: todos hemos sido niños o los hemos tenido y es imposible no identificarse con la tribulación de esos padres. Queremos estar permanentemente informados. Y dejemos las críticas hacia los técnicos, que también han aparecido. Hay que suponer que las demoras han sido inevitables por la imposibilidad de estudiar previamente la geotecnia del terreno y que se trabaja sin desmayo ni descanso. Dejemos las críticas de quienes dicen que con tuits de apoyo no se llega hasta el niño. Es hora de aunar esfuerzos y de seguir callando lo que pensamos sobre el resultado final. Y el que crea, que rece para que la estela de Totalán sea la de San José y no la de Vermicino.

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