¿Qué ha pasado hoy, 10 de febrero, en Extremadura?

Es una espina clavada que no cesa. Hubiera sido mejor no haber ido ni visto lo que vimos. También hubiera sido mejor no haber leído ni conocido las obras de tantos grandes maestros cubanos. Mea Cuba. Paradiso. ¿Cómo no va tener todo eso relación con ... nosotros? Hasta el mismísimo Vasco Porcallo, de ahí, al lado de Norba, cuando vivía en Cuba y emprendió la aventura de La Florida, a los pocos días, viendo lo que había en las ciénagas, dio media vuelta y se volvió a su paraíso cubano. Ay, La Habana, La Habana entera... ¿de dónde son los cantantes?

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Cómo será de grande y poderoso el aparato de ese nefasto partido para tener sojuzgada a tanta gente sin remedio ni remisión. Qué alegría nos llevaríamos si viéramos algún día que la gente cubana tira por tierra esos ídolos que tanto dolor y miseria le han causado. Lástima grande, don Virgilio, don Virgilio Piñera, qué poeta madre mía, qué poetazo tan imponente y definitivo. Y que no se dé ni se nombre en las escuelas!... Y digo Piñera por no mentar al otro, Lezama, al grande y gordo, que el mismo Piñera decía que era el número uno. Pasé una vez por la calle Trocadero y miré el balcón de su casa..., ay.

Qué cosas, qué ceguera. Cuando andábamos por Salamanca mirábamos con malos ojos a los cubanos que estudiaban medicina, aquellos brutos que comían en el 'México', jugaban al rugby y repartieron leches una noche en la Facultad de Medicina, cuando un cubano negro comunista fue a encender a los progres de entonces. ¡Qué ocasión inolvidable!

Cuba, apártanos ese cáliz. Pero a ver cómo, si en cada cuadra, en cada casa, hay un soplón del partido y a poco que abras la boca vienen los guardia y se acabó. O te fríen a tiros, como a ese pobre muchacho hace unos días.

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Nunca jamás iremos ya a Cuba, pero como estuvimos una vez se quedaron en la retina y en la memoria imágenes imperecederas. Voy a pasear por el Malecón y llegar hasta la Catedral, con su baño de tejas. A lo mejor me dejan y esta noche entro en Tropicana a jalarme varios 'roncollins' y a quedarme atontado mirando a las mulatas en el escenario increíble.

¿Volveré a Floridita y a la Bodeguita del Medio? Estampas descoloridas del paso inclemente de los años. Más se perdió en Cuba. Y tanto, y tantísimo más en esa isla que nos llenó el corazón 'per saecula saeculorum'. Esta noche me empujo media docena de mojitos en una terraza de Varadero mirando el océano nocturno. A ver si se sienta conmigo el espíritu de Hernando de Soto, que andaba el hombre con los preparativos de su jornada a la Florida. Total, ir a ese continente hostil a tenérselas con los indios feroces y mil adversidades para acabar muriendo y ser depositado en un tronco en medio del Mississippi. Pobre don Hernando, qué ganas de complicarse la vida.

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Ah, Cuba añorada, querida y olvidada. «Una noche en que la luna / nos daba su luz tan bella / solamente las estrellas... Guantanamera, guajira, guantanamera». Qué pena tan cordial. Qué trocito del corazón que allí quedó para siempre.

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