Eso es precisamente lo que están investigando y difundiendo las muchachas de Igualdad, el ministerio de doña Irene Trans, perdón, Montero, las jóvenes científicas que trabajan en el LISMI (Laboratorio de Investigaciones Sexológicas del Ministerio de Igualdad), al frente del cual se encuentra una señora ... que se hace llamar Pam. El sexo cuántico, o sea (no confundir con el sexo tántrico, el de Sánchez Dragó). Que qué rayos es el sexo cuántico. Muy sencillo: el sexo llevado a sus últimas minuciosidades, un suponer, el sexo durante los días 'enrojecidos', así como la exploración de otros 'agujeros negros' de la galaxia femenina, etc. Que por qué el nombre de cuántico. Porque es lo más parecido a la llamada mecánica cuántica. O sea, el sexo de lo minutísimo. Me explico.

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Así como existe una parte de la física que se ocupa del macrocosmos, al que dedicó sus poderosas neuronas «el más grande», Albert Einstein («la más grande» es Rocío Jurado), con su asombrosa teoría de la relatividad, existe, por el contrario, una parte de la física que se ocupa de todo lo relacionado con lo infinitamente pequeño, las partículas atómicas y subatómicas y lo que te rondaré morena: hasta la «distancia de Plank»: un metro dividido por un 1 seguido de 35 ceros. Toma ya. Pues algo parecido es lo que están predicando últimamente las muchachas de Igualdad, ya digo, que dentro de poco nos instarán a observar con un microscopio de 'campo' los genitales de la mujer. Y del hombre.

Hablando de campo. Uno de los grandes inventos de la física es la llamada «teoría de campos». ¡Ahí está! A no tardar mucho, las muchachas del LISMI publicarán la «teoría sexual de campos», es decir, la teoría que nos dirá cómo posicionarnos (así diría uno/a de la tele) en el campo de juego a la hora de realizar el acto: nada de la monótona posición tradicional, que sólo aporta más de lo mismo, no sé si me entienden.

Yo sé que ahora las investigadoras del LISMI están siendo criticadas, incluso vilipendiadas. Justamente lo que les sucedió a los pioneros de la mecánica cuántica. Hasta que, uno a uno, las mentes críticas se fueron cayendo del burro atómico, empezando por Einstein, que al principio se opuso con todas sus fuerzas, y ya de mayor se pasó los días intentando conjugar, sin conseguirlo, ay, ambas teorías; y acabando con Richard Feynman, un genio de los más grandes, que puso guapos a los integrantes de un congreso sobre la materia, y que luego acabaría recibiendo el Nobel por su aportación al electromagnetismo cuántico.

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Así que, amable lector, nada de reírse y menospreciar las recomendaciones amatorias, es un decir, del LISMI. ¿Ustedes creen que se habrían separado Shakira y Piqué de haber practicado el sexo cuántico? Vamos anda. Lo digo por lo que se ha publicado: que la monotonía contribuyó a la ruptura de la pareja.

Abajo, pues, la rutina del sexo de toda la vida. Hagamos caso a las investigadoras del LISMI. Gracias, doña Irene.

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