Felip Ariza
Opinión

La coronapesadilla interminable

Tribuna ·

En Europa, España incluida, empieza a despuntar una nueva variante surgida en Alemania. Se llama XEC. Se ignora qué va a ocurrir con ella, pero la vacuna KP-2 venidera este otoño protegerá durante unos meses

Agustín Muñoz Sanz

Domingo, 22 de septiembre 2024, 23:16

En diciembre se cumplirá el quinto año de la infección de covid-19. La OMS declaró el fin de la emergencia sanitaria global en mayo de 2023, pero los casos no han parado: en ambos hemisferios planetarios; en todas las estaciones; en todos los grupos ... de edad; en ambos sexos; en sujetos inmunocompetentes e inmunodeprimidos; en todas las razas, creencias y sistemas políticos; y en animales domésticos y silvestres. Parece que esto es ya historia (una pesadilla) pasada; sin embargo, el coronavirus exhibe una actividad que recuerda a las peores olas previas (delta y ómicron). En los Estados Unidos de América del Norte, acabando agosto del 2024 se diagnostican más de un millón de casos diarios. Se calcula que, en algunas áreas, uno de cada cuatro (25%) ciudadanos está infectado.

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Durante el tiempo pandémico ha ocurrido un fenómeno de interés: la administración masiva de las nuevas vacunas, más los cientos de millones de infectados y reinfectados, ha generado una inmunidad colectiva natural (infectados/reinfectados), artificial (vacunados) y una respuesta híbrida (infectados-vacunados y vacunados-infectados). La consecuencia es que las hospitalizaciones por enfermedad grave y las muertes masivas han disminuido de forma espectacular. Moraleja: las vacunas protegen del desastre, aunque no impidan la infección y reinfección (esto se logrará con las plataformas centradas en la mucosa nasal, en investigación muy avanzada).

Ómicron fue la variante que cambió el panorama en noviembre de 2021. Fundó una gran dinastía de linajes y sublinajes. Desde entonces, dominan la escena epidemiológica. Su proliferación obligó a inventar el culinario nombre de «sopa de variantes» para acoger la endiablada mezcla de siglas (letras y números identificativos), muy difíciles de memorizar. Las siglas alfanuméricas traducen los cambios genómicos adaptativos (evolución viral), es decir, los mecanismos utilizados por los virus para perpetuarse, aunque, a veces, sean una vía muerta donde acaba el viaje evolutivo. La variante ómicron JN.1 tomó el mando en el invierno de 2023-2024. Desciende de BA.2.86.1, la cual procede de BA.2.86, heredera de BA.2 y una de las tres madres fundadoras (BA.1, BA.2 y BA.3) del ómicron inicial. En suma, y por orden cronológico 2019-24: coronavirus original de Wuhan (SARS-CoV-2), mutante D614G, variantes de preocupación (alfa, beta, gamma, delta y ómicron BA.1/BA.2/BA.3), saga ómicron BA.2, BA.2.86, BA.2.86.1 y JN.1 (o BA.2.86.1.1). Y muchas, por centenares, más (la sopa de variantes).

Si usted ya ha digerido parte de la sopa, seguimos a partir de JN.1, bisnieta de BA.2. La aparición de dos mutaciones puso en escena a las subvariantes denominadas FLiRT en la jerga de Internet. Una de estas nuevas subvariantes recién llegadas es la KP.2 (recuérdese). Pero el coronavirus, como el diablo, no descansa ni cuando duerme: perdió una mutación y añadió otra nueva. Se la llamó FLuQE (jerga), si bien el nombre oficial es KP.3. Tras sufrir la deleción o pérdida de un aminoácido, pasó a llamarse DeFLuQE (la De por deleción). Oficialmente, esta DeFLuQE es la subvariante KP.3.1.1, la cual es ahora la reina de los mares y responsable, en algunas zonas, del 50% de las infecciones. Es la más contagiosa y con mayor capacidad de evadir la inmunidad natural y por vacunas. Si matara como hizo la variante delta, estaríamos viviendo otra catástrofe de nosocomio y tanatorio.

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¿Y las vacunas? El último refuerzo o revacunación recibido (noviembre 2023), al menos yo, fue contra el linaje líder en aquel momento: XBB.1.5. Pero, en unas semanas, se ofertará la nueva adaptación de la plataforma mRNA que protege contra KP.2 (¿?). Sí, ha leído bien: KP.2, no la KP.3.1.1 dominante. No hay que asustarse: la vacuna KP.2/FLuQE protege también —inmunidad cruzada— contra KP.3.1.1/De-FLuQE.

¿Debemos vacunarnos? En mi opinión, sí. Sobre todo, las personas de —o mayores de— 65 años, las mujeres gestantes y afectos de enfermedades inmunodepresoras (cáncer, enfermedades autoinmunes, diabetes) y obesidad. ¿Cuándo vacunarse? Dependerá de las circunstancias: el SARS-CoV-2 no es un virus otoño-invernal, como la gripe, sino que repunta dos veces al año. Por tanto, dependiendo de la edad, el estado de salud, si ha habido infección o vacuna previa, si es una persona de riesgo (residencia de ancianos, personal sanitario y sociosanitario, trabajadores de negocios con eventos multitudinarios) convendrá hacerlo en septiembre, en octubre o algo más tarde (de seis a ocho semanas antes de los eventos navideños). El médico de familia, conocedor de sus pacientes y de las directrices oficiales de salud pública, orientará.

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El virus no se distrae con las cosas de los humanos: no le preocupa el bajón goleador de Mbappé, ni los sonetos de amor de sor Juana Inés de la Cruz. Sigue a su bola. En Europa, España incluida, empieza a despuntar una nueva variante surgida en Alemania. Se llama XEC. Se ignora qué va a ocurrir con ella, pero la vacuna KP-2 venidera este otoño protegerá durante unos meses. Un mensaje final para los jóvenes «invulnerables» de 30 a 40 años: la vacuna reduce un 50% la posibilidad de desarrollar covid prolongado adquirido tras una infección leve («catarro» o «ronquera»). En estos afortunados tiempos de menos ingresos hospitalarios y muertes, recordamos que el covid prolongado es, en muchos casos, una catástrofe sistémica. Puede arruinar la vida del mejor atleta del pueblo, aunque no haya pasado antes por el hospital.

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