
Llegó 2025. Sálvese quien pueda
Como ciudadano pido que mejore el nivel de la clase política, acabe la corrupción, y los delincuentes vayan a la cárcel
Alberto González
Cronista oficial de Badajoz
Sábado, 4 de enero 2025, 07:53
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Alberto González
Cronista oficial de Badajoz
Sábado, 4 de enero 2025, 07:53
Empieza el nuevo año y temblando esperamos ver que nos depara. Porque mucho es de temer que Europa y las administraciones de nuestro país sigan ... complicándonos la existencia con ocurrencias y normas cada vez más difícil de entender y asumir.
Hasta no hace mucho Badajoz vivió tranquilo según el orden natural de las cosas. Sujeto al vaivén de cada tiempo, pero en sosiego según el ritmo habitual. Sin cambios bruscos cada día. Las cuestiones onerosas eran las normales y se sobrellevaban sin demasiado enojo. Pero en los últimos años los incordios se han multiplicado plagando la vida de engorros.
El coche eléctrico, derribar pantanos, alterar los ríos, acabar con la agricultura, la pesca y la caza, restringir el uso del dinero, abrir las puertas del continente a todo el que llega y mantenerlo en pensión completa a mi costa, proteger al que me roba o allana mi casa, defender los derechos humanos de los ornitorrincos y fomentar el aborto, o la ley Gran Hermano del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, para controlar a la gente al más puro estilo dictatorial, son algunos. Como el fenómeno es general su efecto en nuestra ciudad resulta pleno.
El proceso empezó en 2020 al socaire del covid con el encierro domiciliario, toque de queda, imposición de mascarillas y vacunas, alejamiento de la administración, organismos y entidades del ciudadano, cierre de oficinas: cita previa, tormento de mover un papel, calvario para hablar en persona con un funcionario, y otras medidas semejantes.
Implantada la nueva normalidad con las milongas del desarrollo sostenible, defensa del medio ambiente, ecologismo, cambio climático, contaminación, y demás matracas de la Agenda 2030, se decretó la plataforma única, el carril bici, limitar la circulación y aparcamiento en las ciudades, reciclar los residuos en cien contenedores distintos, y cuestiones tan necesarias para el bienestar general como controlar el ventoseo de las vacas o pegar el tapón a las botellas. A ver si no es para gritar sálvese quien pueda.
Al nuevo año se le piden salud, dinero, amor, que ascienda nuestro equipo o que cambie el gobierno. Yo, como español, pido, igual que hizo hace cien años un joven idealista, mitad político, mitad poeta, al que fusilaron, que nuestro pueblo encuentre en paz la unión y la concordia. Como ciudadano, que mejore el nivel de la clase política, acabe la corrupción, y los delincuentes vayan a la cárcel. Como cronista, que se ignoren las chorradas que pare Europa y se inventen menos a nivel propio.
Y como proclive al animus iocandi, que Alberto Núñez Feijóo vuelva a usar gafas, para que no lo confundan con el antiguo actor Francisco Valladares o el actual José Sacristán. Porque, aunque los tres tienen la misma cara triste de acelga, a los actores los justifica su oficio. Pero en un político, la cara de acelga y la falta de nervio desdicen mucho y entusiasman poco.
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