
Antes había más pelotas
El día de Reyes era la ocasión de las pelotas, y raro era el niño que no la recibía
Alberto González
Cronista oficial de Badajoz
Viernes, 10 de enero 2025, 23:07
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Alberto González
Cronista oficial de Badajoz
Viernes, 10 de enero 2025, 23:07
El pasado día 6 los Reyes Magos cerraron lo que ahora llaman Navidad. Una celebración religiosa y familiar, hoy convertida en algo meramente comercial y ... callejero de dos meses de duración, que no es Navidad ni cosa parecida, consistente en estruendo, comidas, compras y jolgorio, o ver quien pone más luces en las calles y las enciende antes.
Ni la llegada de Sus Majestades en cabalgatas, que más perecen de carnaval que de ofrenda al recoleto portal de belén, produce hoy otra ilusión en los niños que la de su espectacularidad.
Antes el día Reyes era fecha en que la buena conducta esperaba su recompensa. Un regalo a menudo único y modesto, pero que llenaba de ilusión: un cochecito de lata, una pistola de agua, una muñeca, un parchís o una bufanda. O una pelota. Porque aquella era la ocasión de las pelotas, y raro era el niño que no la recibía. Las había grandes, chicas, de goma, macizas, y las famosas verdes de zapatos Gorila. Los menos favorecidos debían conformarse con las de papel o trapo que ellos mismos se hacían, y solo los más agraciados gozaban del codiciado balón de cuero. Mas, de una u otra categoría, todos tenían su pelota. Y la disfrutaban, pues el horario de la escuela y unas calles libres de circulación dejaban tiempo y espacio para que el mocerío correteara a sus anchas. Hoy es muy raro ver muchachos jugando a la pelota.
Entonces los juegos no precisaban la tecnología que actualmente abduce a la juventud, pues se practicaban con elementos de fabricación propia que hoy estarían prohibidos por esas estúpidas normas de Europa que parecen cosa de Gila. Han creado hasta ¡una policía del juguete! de cuya intensa actividad hablan los medios estos días, que por una pistola de agua o un tirachinas te manda a la cárcel.
Los más populares eran los bolindres, los platis hechos de chapas de botella machacadas, la picota o bilorta que se golpeaba con un palo, el pinche, clavo de hierro que se hincaba en el suelo para ir avanzando, arco hecho con varillas de paraguas, aro, círculo de madera o metal cuyo manejo con una guía de alambre era todo un arte, repiona o peonza, tirador, güito o taba, o los cromos que se desplegaban en el suelo para voltearlos con la palma de la mano.
La mayoría solo requería una cuerda para tirar, saltar o hacer cabriolas; en la role, rayuela o truco, una piedra, o simplemente nada, como el corro de la patata, escondite, gallinita ciega, la llevas, guardias y ladrones, o a la una andaba la mula, en que el instrumento era únicamente la agilidad individual.
Muchos echan de menos aquella España de más pelotas.
A mí los Reyes me han dejado este año un diccionario de ese divertido juego intelectual que es la anfibología.
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