La basura del Himalaya
La superpoblación humana y la degradación ambiental son las dos mayores amenazas que enfrenta la Humanidad, porque además de muchos, somos guarros
Alfonso Callejo
Miércoles, 7 de junio 2023, 07:39
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Alfonso Callejo
Miércoles, 7 de junio 2023, 07:39
A unos 10 kilómetros de Cáceres por la carretera de Badajoz, en los campos del río Salor se encuentra la dehesa de El Galindo. Hace más de medio siglo era frecuente lugar de esparcimiento campestre los fines de semana, aquellos de 'Seiscientos' y tortilla de ... patatas para los amantes de la naturaleza. Junto a las hamacas y demás pertrechos mi madre siempre llevaba una bolsa para recoger las basuras y deshechos dejados por algún dominguero desaprensivo. Siendo yo muy niño, es la primera imagen que tengo de deterioro medioambiental en mi entorno próximo.
Andando el tiempo, como acompañante en las incursiones paternas en la Cueva de Maltravieso, también tuve oportunidad de admirar, junto a las manifestaciones del primer arte de la Humanidad –hoy sabemos que de autoría Neandertal– el resto de elementos que decoraban la caverna: botellas vacías de anís 'el Mono', neumáticos viejos, y hasta el chasis de un Vespino. Por aquellos tiempos mis lecturas se centraban casi en exclusiva en los novelescos viajes de Julio Verne, donde alucinaba con las descripciones de inexploradas regiones del África austral, las selvas del Orinoco y estepas rusas surcadas por Miguel Strogoff. En mi preadolescencia disfrutaba con los relatos de las incursiones al polo de Amundsen o la búsqueda de las fuentes del Nilo del doctor Livingstone (supongo), aquellos mundos ignotos y vírgenes que todavía quedaban en nuestro planeta.
Seguramente de estas ya lejanas etapas peri infantiles parte mi sentimiento ecologista puro (diferente al ecologismo militante y convertido en lobby pseudopolítico como una esfera más de poder), ese que produce indignación, por ejemplo, ante las imágenes del campo IV del Everest, a 7.906 metros de altura: botellas de oxígeno vacías, bolsas de plástico, mantas isotérmicas y kilómetros de cuerdas, así como tiendas de campaña abandonadas. No solo esto deteriora un paisaje otrora virgen, sino que también la orina de 4.000 expedicionarios diarios está acelerando allí el derretimiento del glaciar Khumbu. ¡Si Julio Verne levantara la cabeza! El turismo masivo para ricos está destrozando aquel incomparable reducto natural, hace poco tan solo pisado por románticos aventureros, para convertirlo en el estercolero más alto del mundo. Las hazañas alpinistas donde muchos perdieron la vida han sido sustituidas por colas para coronar la cima del Himalaya y miles de jactanciosas fotos en Instagram. Qué pena.
No estoy muy seguro de que todos estos fenómenos sean producto de la superpoblación del planeta. Es cierto que ocho mil millones de personas generando basuras y detritus en cualquier centímetro de la Tierra es una manifestación que antes no existía, pero hay un componente educacional y normativo que falla en todas partes. Si esto no se corrige, ¿qué les espera ver a nuestros nietos en el año 2100 si se cumplen ciertas previsiones de 15.000 millones de seres humanos? ¿Se habrá cumplido ya la previsión catastrofista de Thomas Malthus? La superpoblación humana y la degradación ambiental son las dos mayores amenazas que enfrenta la Humanidad, porque además de muchos, somos guarros.
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