Adiós a Juan Margallo
Antonio Bueno Flores
Cáceres
Domingo, 9 de marzo 2025, 08:41
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Antonio Bueno Flores
Cáceres
Domingo, 9 de marzo 2025, 08:41
Conocí a Juan Margallo cuando ambos éramos unos chavales (nuestra edad difería solamente en cinco años) en el cine-teatro del Palacio Episcopal de Cáceres ... adonde acudíamos los chicos de las diferentes parroquias como premio por asistir a las catequesis. Teníamos unas libretas donde se pegaban unos sellos adhesivos (a los que había que pasar la lengua por el dorso). Juan actuaba con una enorme margarita amarilla en el ojal porque entonces se autodenominaba como «el payaso Margarito». Colaboraba con él su amigo Jacinto García que fue director de 'El Retozu'; por cierto, que acudimos a verle para un casting en el que seleccionaba a los 'Tres Pravianos'. Nuestro papel era dar tres pasos mientras decíamos «un, dos, tres, henos de Pravia» y nos echaron por malos…
Años más tarde supe que formaba parte de 'Tábano' y después del 'Gayo Vallecano'. En ese momento, conseguí entrar en el 'Grupo para Teatro Tierra Seca' y vino a echarnos una mano para el montaje de nuestra obra 'Como todos los días'. Los recursos del grupo eran más bien escasos pues nos prometían las subvenciones «de ayuda a la cultura» pero no nos las daban, poniendo cualquier excusa. Teníamos que alojar a nuestros profesores de El Gayo en nuestras casas, y a nosotros nos correspondió alojar a Juan en nuestro piso de La Madrila. Recuerdo la cara de sorpresa que puso cuando vio que los muebles se reflejaban en el suelo de terrazo de mármol rojo y dijo «ahí va, como en las películas americanas». Le gustó el montaje y dijo que éramos el grupo teatral más avanzado que había en España en ese momento. Engordamos de satisfacción.
La última vez que lo vi fue en los premios del diario HOY, en los que fue galardonado. Contó una anécdota de la que me he apropiado. Fue con su nieta a una entrega de premios. Llamaban a los premiados: «Excelentísimo señor don Pedro Pérez del Peral». Y salía un anciano encorvado y con andar cansino. Y la niña se reía, una y otra vez. «¿Se puede saber de qué te ríes?», le preguntó Juan. Es que dicen «ese lentísimo señor y sale un anciano andando despacito». Pues ahora me he convertido en «ese lentísimo señor». Descanse en paz quien fue honesto y coherente con sus ideas.
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