La Fundación Yuste ha otorgado el Premio Carlos V a Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE) entre 2011 y 2019 y primer ministro de Italia entre 2021 y 2022. La noticia se conoció el viernes, un día después de que Rodrigo Rato ... volviera a declarar, con la soberbia que le caracteriza, en el juicio por la presunta ilegalidad de su patrimonio. La Fiscalía pide 70 años de prisión para quien ya fue condenado a cuatro años y medio de cárcel en el caso de las 'tarjetas black'.

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Draghi y Rato son el yin y el yang de la gestión pública y económica. Mientras el italiano es la encarnación del rey filósofo platónico, un hombre de probada probidad, el español es un fraude, indigno representante de la picaresca de cuello blanco, de ese patriotismo de bandera para el que el dinero no tiene patria. Mientras Draghi es plata de ley, Rato es plata quebrada.

Decía Herodiano de Marco Aurelio que fue «el único de los emperadores que dio fe de su filosofía no con palabras ni con afirmaciones teóricas de sus creencias, sino con su carácter digno y su virtuosa conducta». De Súper-Mario se podría decir tres cuartos de lo mismo. Al frente del BCE salvó a la UE de su peor crisis de deuda con el plan de expansión monetaria que impulsó tras anunciar en 2012 que estaba dispuesto a hacer «lo que sea necesario para preservar el euro, y créanme, será suficiente», palabras salvíficas que calmaron a los voraces mercados. Como dijo el consejero extremeño Abel Bautista al anunciar el Premio Carlos V, Europa salió fortalecida de esa crisis gracias a la visión y el liderazgo de Draghi. Visión y liderazgo que se echan en falta en su sucesora en el BCE, la francesa Christine Lagarde, una 'lady halcón' que ha subido aceleradamente los tipos de interés del 0 al 4,5%, su nivel más alto desde 2001, para domeñar la inflación, pero a costa de debilitar el consumo y a riesgo de que el remedio sea peor que la enfermedad. La propia Lagarde lo vino a reconocer el jueves cuando abrió la puerta a una rebaja del precio del dinero en junio.

De Rato, en cambio, se puede decir lo que dice el romancero de otro don Rodrigo, el último rey visigodo, tras forzar a la bella Florinda la Cava: «De la pérdida de España / fue aquí funesto principio». Sí, con Rato empezó todo…, todo lo malo que vendría después de su paso marcial por el Ministerio de Economía con Aznar. Se encumbró como gran artífice del gran salto adelante español. Mas ese salto se sustentó sobre pies de ladrillo, pues su recetario liberalizador infló la burbuja inmobiliaria que estallaría en 2008. No lo hizo mejor como director gerente del Fondo Monetario Internacional entre 2004 y 2007. Un informe interno del FMI de 2011 censura la miopía del organismo en esos años al pecar de optimismo y no prever la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión de 1929, si bien reconoce que Rato heredó muchos problemas surgidos una década antes.

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En fin, don Rodrigo, que se acogió a la amnistía fiscal aprobada por el Gobierno de Rajoy en 2012, es un fiel creyente en la 'La Fábula de Las Abejas' (1714) de Bernard de Mandeville, un cuento en el que este precursor del liberalismo económico defiende el egoísmo como motor de la economía, al argüir que la busca de la satisfacción de los vicios privados beneficia a la sociedad, ya que incrementa el consumo de los más ricos, contribuyendo a que circule el dinero y aumente el trabajo para los más pobres.

Por el contrario, Draghi sigue una de las meditaciones de Marco Aurelio: «Lo que no es útil para la colmena, no es útil para la abeja». La Gran Recesión lo demostró.

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