

Secciones
Servicios
Destacamos
La economía hace extraños compañeros de cama. El acercamiento del socialdemócrata Pedro Sánchez al capitalcomunista chino Xi Jinping o el matrimonio de conveniencia del magnate ... republicano Donald Trump con el multimillonario 'apolítico' Elon Musk son ejemplos.
Don dinero no entiende de ideologías; su principio rector es el lucro y su único valor, el oro. Cierto que se siente más cómodo con el neoliberalismo, porque le deja campar a sus anchas; de ahí que no le sienten nada bien los aranceles de su lord 'protector' americano. Pero cuando vienen mal dadas, don Dinero no duda en clamar auxilio a papá Estado. Los rescates de los bancos afectados por la crisis financiera que estalló en 2008 son un claro botón de muestra.
Donde esté don Dinero, que se quite la Libertad guiando al pueblo. Si China abre su gigantesco mercado a nuestros productos cuando Estados Unidos se dispone a cerrarlos, no le vamos a hacer ascos porque sea un régimen totalitario que tiene poco o ningún respeto por los derechos humanos. Las cadenas que nos importan son las de montaje. Los negocios son los negocios.
Por cierto, el Gran Dragón es el paradigma del capitalismo de Estado, al ser comunista en las formas y capitalista en el fondo, lo que desmiente que el capitalismo vaya siempre de la mano de la democracia. Eso es porque confundimos capitalismo con economía de mercado. La diferencia es que la segunda utiliza el mercado como método de intercambio de productos y servicios y el primero tiene como fin el aumento constante e ilimitado del capital. Asimismo, la economía de mercado se basa en la libre competencia, mientras que el capitalismo busca acabar con ella, ya que el capital tiende a concentrarse en cada vez menos manos. Sin las bridas públicas, el capital se desboca, pues su naturaleza es depredadora. Hasta tal punto es así que don Dinero no ha dudado en besar el culo a Mussolini, Hitler, Pinochet o Trump para salvar el suyo. «El dinero no cambia al hombre, simplemente lo desenmascara», frase atribuida a un reinventor del capitalismo y filonazi converso, Henry Ford, el Musk del siglo XX.
Y como don Dinero es la medida de todas las cosas en nuestra sociedad de consumo y consumición, en la que tanto tienes tanto vales, los curritos recibimos con alegría a americanos o chinos siempre que lleguen con los bolsillos llenos y nos garanticen el pan nuestro de cada día. Hasta el rojo de Kichi, cuando era alcalde de Cádiz, antepuso el pan a la paz y el derecho a comer al de abrir la boca para apoyar que Navantia construyera corbetas para Arabia Saudí, paraíso real para fanáticos de Alá y del caudal. 'Primum vivere, deinde philosophari'.
Con todo, don Dinero necesita una pátina ideológica para justificar su éxito y su poder y la ha hallado en la meritocracia. En 1958, el sociólogo británico Michael Young utilizó el término de forma peyorativa en su obra satírica 'The Rise of the Meritocracy', donde retrataba una sociedad futurista en la cual la posición social de una persona era determinada por el cociente intelectual y el esfuerzo. Y advertía premonitoriamente: «Si la cultura general animara a los ricos y poderosos a creer que merecen plenamente todo lo que tienen, qué arrogantes podrían llegar a ser, qué despiadados a la hora de perseguir su propio beneficio». En definitiva, don Dinero y sus corifeos llaman meritocracia a lo que en realidad es plutocracia. Lo peor es que les compramos esta mercancía averiada para acallar nuestra conciencia de clase.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Detenida la influencer Marta Hermoso por un robo millonario en un hotel de Madrid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Recomendaciones de HOY
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.