El excepcional autor de 'Volverás a región' y 'Herrumbrosas lanzas', entre otras obras de fuelle irrepetible, no vivió de la literatura. Era un ingeniero de Caminos apasionado y comprometido profesionalmente con las aguas, sus tortuosos laberintos y aprovechamientos, tanto como con las presas y sus ... embalses. En esa comba de su curiosidad, y arrancando los años 80 del siglo pasado, 'aterrizó' por Mérida, justo cuando este narrador avanzaba en el trayecto institucional de la Alcaldía de Mérida. Fue un tiempo singular para las obras públicas, tanto en Extremadura como en la propia ciudad de Mérida. Juan Benet sentía especial fijación por los parajes indómitos, ligándolos a su afán de domesticar el agua, conducirla. Y en estos territorios, por entonces, los proyectos del ramo abundaban. Y las sorpresas arquitectónicas, también. Era el caso del Museo Nacional de Arte Romano, del arquitecto Rafael Moneo, su amigo, que levantaba 'Cubiertas y M.Z.V.', la empresa a la que el escritor estaba ligado desde 1956. En sus continuas visitas al prometedor edificio, siempre aseguraba que su mole «racionalista» elevaría el «fulgor» de Mérida.
Publicidad
Era difícil que Juan Benet pudiera abstraerse de la referencia de Emérita, en tantas secuencias históricas relacionadas con el agua: Proserpina y Cornalvo. O 'Rabo de buey', en cuyas subterráneas y frescas 'tripas' nos ilustraba sobre geología, ritmos de filtraciones de aquellos suelos, con su capacidad de almacenaje, caudales liberados, calidad de las aguas y sus recomendaciones de reaprovecharlas. Como la monumentalidad soberbia del Acueducto de 'Los milagros' y el paseo apacible bajo sus pilares, observándolos, desde su porte de explorador.
Recuerdo, al detalle, como en sus visitas solía contarme los pormenores de algo apasionante. Eran consideraciones muy estudiadas sobre un necesario trasvase desde la cuenca del Tajo a la del Guadiana. Se haría desde el embalse de Azután, utilizando el río Huso, hasta un embalse de nueva construcción. Parte del agua elevada podría dedicarse a producir electricidad en horas favorables. A partir de ahí se utilizaría la base de un viejo ferrocarril abandonado. Se trataba del Villanueva de la Serena-Talavera de la Reina, por la comarca de La Jara. Sobre ese trazado ferroviario, utilizando sus viaductos y túneles, se colocaría una tubería de cuatro metros de diámetro, hasta llegar, tras solo cincuenta kilómetros de andadura, por su peso, es decir, por gravedad, hasta el río Guadarranque y García Sola, o sea a la cabecera extremeña del Guadiana. El volumen anual de agua, potencialmente trasvasable, sería de 400 hectómetros cúbicos.
Me impactaron tanto las explicaciones de Juan Benet que en tres ocasiones recorrimos, juntos, las huellas de aquel trazado ferrocarrilero, con el espectacular arco de Guadalupe, el colosal viaducto del Azután, toda la comarca de La Jara y sus túneles. También la estación de Calera y Chozas y la minera de Santa Quiteria, cerca del significado Puerto de San Vicente, donde solíamos almorzar.
Publicidad
Una mañana quiso que le acompañara hasta el despacho de Juan Serna, entonces consejero Territorial de Obras Públicas, en la calle Felix Valverde Lillo de Mérida, para contarle su propuesta y hacerle fedatario de su ensoñación –utilitaria y práctica– de hombre imaginativo, creador, aunque también cercano al protagonista de una novela de Baroja. Años después la Dirección General de Obras Hidraulicas, del Ministerio de Obras Públicas, encargó un estudio técnico de la propuesta/solución que había planteado el ingeniero Juan Benet. Y como suya está reconocida. Se produjo ese reconocimiento en 1994, un año después de que nos dejara.
Cuando murió Juan Benet, en enero de 1993, el prestigioso diario 'The New York Times', número uno de Estados Unidos, equiparó su dimensión literaria a las de Marcel Proust, James Joyce y William Faulkner. No fue caprichosa la valoración otorgada por un medio que ostenta un centenar de premios Pulitzer de periodismo. Más bien respondía a la evidencia de que el autor de tantas ficciones se proyectaba como uno de los activos de máxima referencia en la literatura universal.
Publicidad
Aquí, en Extremadura, queda su huella, con una propuesta sobre el manejo de los ríos y sus aguas que me obligo a recordar. En su memoria, dada la notoriedad y vigencia de aquello que él propuso, sobre el enlace funcionalista de los ríos Tajo y Guadiana, en beneficio de una tierra que necesita potenciar sus recursos. Este asunto propiciará muchas opiniones, fundamentalmente sobre el aprovechamiento racional de esas aguas y su potencialidad práctica para espacios desfavorecidos. Ya se hablará sin pausa, sobre ello, tras el recuerdo obligado del ingeniero Juan Benet que soñó, cuarenta años atrás, caminos de desarrollo posibles. Doy fe de ello.
Escoge el plan de suscripción que mejor se adapte a tí.
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.