Bucles

Lo cita Carlos Martínez, también socialista, en un artículo en el que, mezclando churras con merinas, llega a la conclusión de que «exigir responsabilidades y actuar en consecuencia con la Corona y sus casos de corrupción es tarea propia de socialistas».

¡Qué asunción de deberes, qué duro es ser socialista! Es lo que los hace diferentes.

El mismo día leemos que la Policía Nacional y la Guardia Civil han arrestado, por cohecho y tráfico de influencias en la gestión de subvenciones de la Unión Europea, a doce personas en Canarias, entre ellas al exdirector de Ganadería, Taishet Fuentes, que había sustituido en el cargo a su tío, Juan Bernardo Fuentes, también investigado y que se ha visto obligado a renunciar a su acta de diputado.

Casos tan variopintos como el pago de 1,4 millones de euros por parte del Barcelona a Enríquez Negreira, los tejemanejes de Álvarez Cascos o los generosos errores de Ximo con su hermano Francis, desprenden un olor muy parecido.

Por otro lado, el PSOE de Mérida ha presentado la lista de los que acompañarán a Antonio Rodríguez Osuna. Entre ellos, el director de la Agencia Extremeña de Cooperación Internacional para el Desarrollo, José Ángel Calle, y el diputado regional Antonio Vélez, hijos de exalcaldes socialistas de Mérida.

Valgan estos ejemplos para demostrar en el país de los ERE dos cosas: la primera, que la corrupción no entiende de siglas ni de ideologías pudiéndose dar allí donde alguien ejerza poder. Como escribió Lord Acton, «si hay alguna presunción es contra los ostentadores del poder, incrementándose a medida que lo hace el poder [… ] Todo poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente» y solo depende de la honradez individual y de la presencia de mecanismos disuasorios que la eviten y sancionen.

La corrupción se da en cualquier parte, pero la arrogancia y la desfachatez de atribuirse la condición de garante amparado en algo tan etéreo como ser socialista, solo se da en algunos.

La segunda que, si hablamos del «linaje como privilegio», qué diría Llorente ahora que la política se ha convertido en la mayor, más segura y mejor remunerada, en dinero o en privilegios, agencia de colocación de España.

Los Fuentes en Canarias, los Vélez y Calle en Mérida, los Pajin en Benidorm, los López, Lalo y Patxi, en Vizcaya, los Barceló en Alicante –Miguel, suegro de Zaplana y abuelo de Agustín Almodóbar Barceló– y tantísimos más, confirman que, desgraciadamente, es en la política donde mejor prosperan corrupción, linajes y endogamias.

Bucles, que dicen los modernos.