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Ya ha pasado el cuarenta de mayo y aunque no vea sayos por las calles, esta semana he visto reaparecer algunos abrigos. No sé si ... sería capaz de identificar un sayo si me encontrara uno, pero el brusco cambio de tiempo ha hecho que algunos hayan sacado su ropa de invierno.
Parece mentira que hace poco más de una semana estuviéramos sudando la segunda ola de calor del año, a pesar de que la primera, en mayo, no fuera técnicamente clasificada como tal. Sea como fuere, este episodio de calor fue uno de los más tempraneros de los que se tiene constancia. Como las temperaturas se mantuvieron por encima de los 25 grados durante la noche, muchos de nosotros optamos por ignorar el vertiginoso precio de la electricidad para conseguir dormir unas horas bajo las aspas de un ventilador o, algo más lujoso, ser arrullados por el zumbido de un aparato de aire acondicionado.
Ahora que el colegio ha terminado olvidamos rápidamente que aquella semana nuestros hijos tuvieron que salir antes porque las temperaturas en las aulas eran más aptas para recalentar la comida que para revelar los misterios metodológicos de «la copia».
Sí, nos olvidamos rápidamente. Eso, hasta que llega la siguiente; y este verano promete.
Se dice que Albert Einstein afirmó que la memoria es engañosa porque está coloreada por los acontecimientos del hoy. Estamos tan seguros de que nuestros recuerdos reflejan fielmente nuestro pasado, que de lo que no nos damos cuenta es de que lo que recordamos es también un reflejo de nuestra situación actual, de nuestras creencias y de nuestros valores.
En otras palabras, sí, recuerdo que hacía calor la semana pasada, pero ahora que hace frío, no era tan malo, ¿verdad?
Lo fue. Y solo va a empeorar.
El cambio climático ya no es una cuestión de si va a suceder. Ya lo está haciendo. Lo que no sabemos es cuán malo será al final. Estos son hechos simples que solo los fundamentalistas religiosos y los abiertamente avariciosos deciden pasar por alto. Los primeros porque creen en un dictador celestial que lo controla todo hagamos lo que hagamos, mientras que los segundos están más preocupados por su cuenta de resultados y tienen la falsa sensación de seguridad que su dinero les otorgará cuando empiecen las guerras del agua.
¿Pero qué pasa con nuestros gobiernos elegidos? La derecha parece querer engañarse a sí misma creyendo que el libre mercado encontrará de algún modo una solución. La izquierda opta por seducir a los consumidores individuales haciéndoles creer que reciclar a conciencia y comer menos carne reducirá mágicamente las emisiones chinas y estadounidenses.
Afirmar esto no significa que no se deban tomar medidas individuales, pero no dará lugar a cambios drásticos. Lo que hay que hacer es actuar ahora para paliar los efectos y prepararnos para las sucesivas olas de calor, las sequías e incendios forestales que se avecinan. La ecologización de nuestra economía es necesaria, pero además hay que tomar medidas prácticas para prepararnos para los fenómenos meteorológicos extremos que se aproximan. Puede que este sea el verano más caluroso de nuestra vida, pero en el futuro puede resultar el más frío que recordemos.
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