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Candelaria Carrera Asturiano
Miércoles, 29 de noviembre 2023, 07:35
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Candelaria Carrera Asturiano
Miércoles, 29 de noviembre 2023, 07:35
Operación Nudo. Este ha sido el nombre que le ha dado la policía al desmantelamiento de una cooperativa formada por la élite de la ciberdelincuencia. Atrás quedaron los días de cavar túneles, colgarse por las paredes, disfrazarse de agentes de seguridad o entrar pistola en ... mano, al grito de todo el mundo al suelo. Para sustraer dinero a una entidad de crédito ya no es necesario fabricar planchas de imprenta, como hizo Urtubia, el albañil vasco que estafó más de 20 millones de dólares al First National City Bank.
Esta banda, compuesta por veinteañeros autodidactas, consiguió casi tres millones de euros combinando distintas estafas en internet, formando una especie de 'Dream Team' del mal. El más joven, con apenas 18 años, vendía los paquetes de datos personales, el maná necesario para poner en marcha todo el catálogo de ciberdelitos, cada vez más sofisticados y peligrosos. Otro miembro, experto en 'fishing', suplantaba la identidad de bancos para conseguir la información personal de las víctimas, que después recibían una llamada telefónica del más embaucador de todos ellos. Fingía ser trabajador de una sucursal y conseguía las referencias de las cuentas a través de un programa que detectaba los dígitos por el sonido que producen cuando los marcas en el teléfono. Lo más escalofriante, es que el número que los estafados veían en la pantalla de su móvil era el de su entidad, pues contaba con una herramienta que conseguía emularlos.
El último eslabón de la cadena, proveía al grupo de monederos de criptomonedas o de cuentas bancarias para ingresar el dinero de las operaciones. El tipo contaba con numerosas 'mulas' que se prestaban a recibir las cantidades por una jugosa compensación.
Este modus operandi, propio de una organización casi perfecta, utilizaba también técnicas de ingeniería social y nos vuelve a demostrar que el mundo en red se nos ha ido de las manos. Por eso, sin dilación, deben adoptarse medidas de seguridad fiables, y no solo la ciudadanía y las grandes corporaciones, sino también las pequeñas y medianas empresas. Si se tira de la cuerda, en ciertos casos, pueden ser responsabilizadas por los desfalcos.
El tejido empresarial está haciendo un esfuerzo enorme por implementar sistemas telemáticos que faciliten sus procesos internos y su capacidad de venta. Sin embargo, la urgencia por digitalizarse, que recibe como un bombardeo permanente, está propiciando que se utilicen herramientas que no son efectivas para un determinado sector y se olvide la protección necesaria para evitar picar el anzuelo de fraudes que ocasionen un agujero negro en sus finanzas.
El caso que he relatado, sería aplaudido si se tratara de la trama de una serie y la víctima, una organización poderosa. Pero esa no es la realidad. Este asunto debe ser prioritario para administraciones, empresas y ciudadanía. Hay que adoptar medidas preventivas y sistemas de seguridad óptimos; coordinar a los operadores que intervienen para combatir la ciberdelincuencia, dotándoles de mayores recursos y armonizar una legislación global. En caso contrario, el próximo que encuentre la bolsa vacía, puedes ser tú.
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