El crecimiento de la economía es un tema recurrente cuando estrenamos año. Economistas y analistas de reconocido prestigio, ofrecen previsiones basadas en los datos que manejan. Algunos son considerados auténticos gurús, y sus predicciones, a modo de dogma, se siguen a rajatabla a la hora ... de establecer estrategias de futuro. Sin embargo, el factor sorpresa existe, la pandemia lo evidenció claramente. Y además, como en una partida de ajedrez, el movimiento de cada pieza determina dónde deben colocarse el resto cuando se trata de ganar la partida. La inflación, por ejemplo, ha logrado controlarse. Sin embargo, los bancos centrales tienen que tomar importantes decisiones sobre los tipos de interés, que siguen estando elevados. Todo influye, nada es estático, y a veces, el resultado de la ecuación es pura incógnita.
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Al margen de lo anterior, y sin lanzar las campanas al vuelo, para el 2024 se nos traslada un mensaje de tranquilidad. Se augura una evolución moderada que repercutirá positivamente en los precios y en la creación de empleo. Por tanto, las personas trabajadoras autónomas y las empresas podrán aprovecharse de la situación. A nadie se le escapa que una economía saludable proporciona un balón de oxígeno decisivo para el tejido empresarial.
Los últimos meses del año pasado ya venían arrastrados por esta corriente y de hecho, aunque en Extremadura se ha perdido afiliación al RETA, ha sido menor de lo esperado. El colectivo autónomo, golpeado por una subida exponencial de todos sus costes, y no me refiero solo a los energéticos y a los carburantes, sino también a los financieros, los arrendaticios, los laborales y los de seguridad social, ha logrado mantenerse. No obstante, han sido muchos los negocios que se han quedado en el camino y no se puede bajar la guardia. Este margen de maniobra en términos macro, solo será efectivo si las administraciones toman decisiones valientes y se reflejan en sus políticas. Tienen que favorecer el emprendimiento y la consolidación de las distintas actividades, sin trabas, procurando no estorbar; articular medidas que mantengan a raya los efectos de la inflación, sin tardar meses en reaccionar; confiar en que el éxito reside en estimular los sectores punteros en cada territorio y apostar por la transformación digital sin asustar, pausadamente, conociendo el punto de partida; trabajar para conseguir una fiscalidad amable, comprensible para todo el mundo, que manteniendo servicios públicos de calidad permita el sostenimiento de mercantiles, autónomos y autónomas. Y sobre todo, respetar el diálogo social, sin trampas, adoptando acuerdos que se cumplan en su integridad.
En definitiva, aunque al parecer el viento va a soplar a favor, cada eslabón de la cadena debe hacer su trabajo. Las empresas, con independencia de su tamaño, tienen que esforzarse en formarse y adquirir las competencias necesarias para ser competitivas en el mercado actual y las administraciones públicas, todas, activar políticas que lo permitan y anticiparse a los acontecimientos. Las crisis económicas, como los huracanes, no siempre tienen una trayectoria definida e imaginable.
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