¿Qué ha pasado hoy, 22 de febrero, en Extremadura?

De entre los tesoros que conserva esta España nuestra está el único manuscrito conocido del 'Cantar del mío Cid', un relato épico y poético de ... las hazañas heroicas inspiradas en los últimos de vida de Rodrigo Díaz de Vivar, 'el Campeador'. Según los expertos, la versión que se conserva fue compuesta hacia el año 1200 y está escrita sobre setenta y cuatro páginas de pergamino grueso con encuadernación del siglo XV, en tabla forrada de badana y orlas estampadas. Quedan restos de dos manecillas de cierre.

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Su importancia radica en que se trata de la primera obra poética extensa de la literatura española y el único cantar épico conservado casi completo, puesto que únicamente le falta la primera hoja y dos del interior. Por si fuera poco, la relevancia del manuscrito trasciende lo literario, porque también es la obra con la que se inicia la disciplina de la filología como ciencia moderna en España a finales del XIX, gracias a Ramón Menéndez Pidal, lo cual no es casualidad.

Si seguimos el rastro de este único manuscrito conservado, nos remontamos al siglo XVI, primera constancia de su existencia en el archivo del Concejo de Vivar. Se sabe que luego pasó al convento de las monjas del mismo pueblo y posteriormente lo sacó de allí Eugenio Llaguno (tutor político de Godoy durante un tiempo) con el fin de que se hiciesen copias impresas.

De los herederos de Llaguno pasó por diversos propietarios hasta que lo compró el I Marqués de Pidal, a la sazón embajador ante la Santa Sede, director de la Real Academia de la Historia, académico de la Real Academia Española, senador y caballero del Toisón de Oro, ascendiente de una conocida familia radicada en Badajoz que continúa en nuestros días.

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El códice lo heredó su hijo, Alejandro Pidal Mon (ministro de Fomento con Cánovas, presidente del Congreso de los Diputados, director de la Real Academia Española, embajador ante la Santa Sede y fundador del partido Unión Católica), quien hizo construir un expositor con forma de castillo medieval para custodiarlo. Estando precisamente en su poder, fue estudiado por su sobrino Ramón Menéndez Pidal.

En 1913 fue tasado en 250.000 pesetas y la familia Pidal, ante la importancia creciente del manuscrito que poseían, lo depositaron en una caja del Banco de España, desde donde fue trasladado a Ginebra por el extremeño Timoteo Pérez Rubio durante la Guerra Civil, junto a los cuadros del Museo del Prado.

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Terminada la guerra, los Pidal recibieron numerosas ofertas, pero la más destacada fue la del hispanista Archer Milton Huntington, quien les entregó un cheque en blanco para que ellos pusieran la cantidad, con el fin de llevárselo a la Biblioteca de Washington. Se negaron durante décadas.

Finalmente, tal día como hoy, el 20 de diciembre de 1960, lo adquirió la Fundación Juan March por diez millones de pesetas, y diez días después lo donó al Ministerio de Cultura, que lo depositó en la Biblioteca Nacional de España, donde se conserva en la actualidad.

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