
Lo importante
A «los nuestros» se les justifica todo y a «los otros» se les condena sin presunción de inocencia
Carmen Clara balmaseda
Jueves, 20 de marzo 2025, 07:38
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Carmen Clara balmaseda
Jueves, 20 de marzo 2025, 07:38
Ha pasado más de una semana y la polémica sobre la tanda de penaltis en el derbi de octavos de final de la Champions sigue ... vigente. Ardua tarea la de consultar las redes sociales y no toparte con la imagen de Julián Álvarez o la de reunirte con los amigos y esquivar el debate sobre el famoso «doble toque». Casi me atrevería a decir que, en cuanto a temas de conversación, le disputa el primer puesto al otro gran foco de interés nacional: la isla de las tentaciones.
Como aficionada al deporte en general (no tanto a los «reality shows») no solo entiendo la función social que cumplen este tipo de entretenimientos, sino que los consumo y sé que pueden disfrutarse sin detrimento de otros intereses culturales. También me indigno cuando veo una victoria de dudosa integridad y me desanima el hecho que cada vez sea más necesario desconfiar de todo cuanto se nos muestra a través de una pantalla. Pero, por intenso que sea el enfado, el árbitro pita el final del partido y la vida prosigue su curso sin verse afectada. Por eso, a menudo lamento que la indignación no sea tan ferviente ni tan longeva en cuanto a los asuntos que nos atañen en el día a día: la corrupción de los políticos, las subidas de precio desorbitadas o el desolador panorama que se vislumbra en la última semana para las trabajadoras sociales en Badajoz.
Otro asunto discutible es que las injusticias a menudo solo conciernen a los agraviados. «Lo importante es que hemos pasado a cuartos» es la frase que con más frecuencia he oído a los aficionados del club blanco. No hay interés por indagar en la decisión del árbitro (quizá incluso acertada) mientras nuestro equipo gane y (casi más importante aún) el otro pierda. Aciaga metáfora de la desvirtuación de valores en la sociedad que Maquiavelo ya condenso en su célebre «el fin justifica los medios».
Lo cierto es que el fútbol es solo un deporte, y este modo de pensar sería inofensivo si no fuera porque hemos comenzado a extrapolarlo a otros aspectos de la vida. Ejemplo paradigmático de ello es la facilidad con la que disculpamos la inmoralidad cuando viene de partidos políticos afines, o de celebridades a las que admiramos. Al fin y al cabo, a «los nuestros» se les justifica todo y a «los otros» se les condena sin presunción de inocencia. Supongo que por eso para muchos no resulta trascendente cuántos futbolistas hayan defraudado impuestos o estén imputados por presuntos delitos sexuales mientras marquen goles y levanten títulos.
El siguiente paso será aplicar esta filosofía para con nosotros mismos y nuestros actos. ¿Por qué no? ¿Acaso no es la ley igual para todos? Es más fácil volver la espalda a lo ajeno, dejarse llevar por el egoísmo y convencerse de que lo importante son nuestros fines y no los medios para conseguirlos. Lástima que nadie esté exento de sufrir algún día una iniquidad y de verse desamparado ante ella porque los demás también hayan perdido de vista «lo importante».
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