El periodista Fernando León anunció hace unos días que se jubila. Quizás fuera por lo inesperado o quizás porque, sin saberlo, mi ánimo deseaba esa noticia, el caso es que la recibí con una mezcla de alegría y de sensación de descanso. Casi como si ... me hubiera jubilado yo. Fernando ha sido un misionero del periodismo, al que le ha dedicado toda su energía, y eso es mucho decir porque ese hombre es un trabajador infatigable. Desde hace 34 años se ha levantado de la cama cada día con la misión de informar sobre Badajoz en El Periódico Extremadura, lo cual tiene un mérito que pasa inadvertido. Seguramente la mayoría de ustedes no saben que ser periodista de El Periódico Extremadura en Badajoz es enfrentarse a un grado más, no sé si es exacto decir de dificultad, que el que encara el resto de periodistas que trabajan en la ciudad y que viene de la consideración social de que 'el Extremadura' es un medio de comunicación que, por haber nacido en Cáceres, es una especie de cuerpo informativamente extraño en Badajoz.

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Esa dificultad extra no se manifiesta en que a sus periodistas se les pongan zancadillas o se les prive del acceso a informaciones. O que ellos encuentren problemas añadidos para ejercer con la profesionalidad y entrega con que lo hacen. Nada de eso. Es por el uso, la mayoría de las veces ni siquiera expresado, de un complemento de lugar que si fuera exclusivamente descriptivo sería innecesario, pero que si se emplea es porque resulta útil para marcar distancias. Se trata, simplemente, de un prejuicio que, como todos, es injusto por falso, porque los periódicos no son de donde está su departamento de administración, su rotativa o su razón social, sino desde donde informan sus periodistas. Y El Periódico Extremadura lo viene haciendo en Badajoz desde hace 34 años, cuando abrió sede.

Sé de lo que hablo porque fui uno de los tres periodistas que abrió esa sede en Badajoz cuando 'el Extremadura' se hizo regional, en octubre de 1986 (la cosa era tan artesanal que el contrato de arrendamiento del local estaba a mi nombre). Pocas semanas después se unió el cuarto. Ese cuarto periodista era Fernando León y la razón por la que se incorporó fue un empeño mío. Fernando en aquel entonces era un muchacho inquieto que vivía un idilio con la radio. Trabajaba en Antena 3, la antecesora de Onda Cero, y hacía programas frescos, dinámicos, con un vigoroso latido ciudadano y con una voz y un tono que transmitían credibilidad. Yo lo convencí para que cambiara todo eso por trabajar en 'territorio comanche' mañana y tarde y fines de semana y, además, todavía con máquina de escribir y tipómetro. Ocurrió que dos o tres años después los tres periodistas que habíamos estrenado la sede del periódico en Badajoz acabamos en otros destinos (con el tiempo yo volví y de nuevo me fui) y fue Fernando el que continuó en el periódico. Hasta hoy. Lo he visto trabajar como un burro, durante años solo, pero hacerlo siempre con un ánimo imbatible. Tenaz y honesto, para mí es un ejemplo de lo mejor de este oficio. Y lo quiero.

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