Felip García
Tribuna

La gasolina engorda

Es importante tratar cuanto antes la obesidad, puesto que es una enfermedad crónica que puede derivar en muchas complicaciones que condicionan una amenaza continua y creciente a la salud de la población

Cecilio J. Venegas Fito

Farmacéutico. De la Academia de Medicina de Extremadura

Lunes, 6 de mayo 2024, 07:50

Desde primeros de mayo el arsenal terapéutico del que disponen las farmacias españolas se ha visto incrementado con nuevas presentaciones de medicamentos, en este caso para el tratamiento del sobrepeso y la obesidad. Aprenderemos pues a decir Wegovy, al igual que ya supimos decir Trulicity, ... Saxenda u Ozempic. Pero la medicación no puede resolverlo todo a última hora. Y es que el peso se prepara, inmisericorde, para librar la 'operación bikini'.

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Sobre la cuestión del peso he asistido en el Museo de la Medicina y la Sanidad de Zafra hace unos días a una interesante conferencia sobre la dieta de la dehesa que proponía mi compañero el doctor Campillo. Y también lamentablemente leía hace escasas fechas este inquietante titular en prensa general: «Extremadura lidera el rAnking nacional de personas que sufren obesidad severa. Seis de cada diez extremeños tienen sobrepeso».

Un tercio de los niños, y la mitad de los adultos, tienen exceso de peso. Son dos de las conclusiones a las que ha llegado el Instituto de Salud Carlos III y la Agencia Española de Seguridad Alimentaria.

Extremadura está a la cabeza en obesidad en España. Son casi diez puntos más que el dato de la comunidad de Madrid y se da más en hombres que en mujeres. También es mayor su incidencia en la provincia de Badajoz, un 27% de la población, que en la de Cáceres, con 19 de cada cien habitantes.

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Nuestra región también lidera dos categorías: la de la obesidad severa, con un 6,9%, y el de exceso de peso, que afecta a seis de cada diez extremeños.

Catalogada como una epidemia de este siglo, la obesidad arrastra importantes consecuencias para quien la sufre. De hecho, preocupa la obesidad infantil, aunque los datos en la región nos sitúan en la parte media de la tabla; no hay que olvidar que uno de cada cinco niños tiene sobrepeso.

El informe señala, por último, que a menor nivel educativo y de renta, mayor es la incidencia del sobrepeso. Un 41% de los españoles nacidos entre 1981 y 1998 tiene sobrepeso y obesidad y el 30% es «claramente» sedentario, según una encuesta realizada por la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (Sedca).

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La obesidad se debe tratar por parte de un equipo multidisciplinar y es importante hacerlo cuanto antes, puesto que es una enfermedad crónica que puede derivar en muchas complicaciones que condicionan una amenaza continua y creciente a la salud de la población.

En las últimas décadas, se ha incrementado en todo el mundo el número de personas con obesidad. Hay investigadores que califican el estado actual en torno al peso como de una pandemia silenciosa. Por supuesto debe tratarse como un problema de salud pública.

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La genética determina en gran medida el balance de peso, pero la inmersión en una sociedad obesogénica, que promueve el estrés, juega un papel importantísimo. Junto a otros factores, este contexto hace aumentar la predisposición a desarrollar obesidad. Y hacerlo, por ejemplo, en la infancia o en la adolescencia se asocia con un riesgo del 75% de que persista en la edad adulta. Además, el desconocimiento acerca de la enfermedad es importante, pues en muchos casos es lo que impide adoptar medidas preventivas desde el punto de vista individual o colectivo.

El ambiente obesogénico es la suma de influencias que el entorno, las oportunidades o las condiciones de vida tienen en el fomento de la obesidad. El problema es multifactorial. Aspectos como el urbanismo que comprende las zonas verdes de una ciudad, el acceso a supermercados y a una alimentación saludable, la creación de zonas para practicar ejercicio físico, la disponibilidad de transporte público, carriles bici, etc. Todo esto mide de alguna forma las características de una ciudad para prevenir la obesidad.

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También influyen aspectos socioeconómicos, ya que la desigualdad y la pobreza favorecen el desarrollo de obesidad. La promoción del consumo de alimentos de alta densidad energética también tiene efecto obesogénico. Hay quien incluye, además, el estigma relacionado con la obesidad en grandes entornos como el sanitario, laboral, escolar y familiar.

Lamentablemente también la estigmatización de las personas que viven con obesidad incluye su culpabilización por la enfermedad y con frecuencia su discriminación y reducción al acceso a su tratamiento. Esto provoca alteraciones psicológicas graves, estrés mental y cronifica la obesidad y sus complicaciones.

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Respecto al sobrepeso, cuanto mayor es el índice de masa corporal más aumenta la prevalencia de su peligrosidad y complicaciones. La afectación puede manifestarse en la vida cotidiana con dificultades para atarse los zapatos, fatiga y limitaciones en la movilidad entre otras, que se traducen en una frecuente reducción en la calidad de vida.

La reducción del exceso de masa grasa y de peso, con una adecuada dieta y sobre todo práctica de ejercicio, mejora los inconvenientes y, eventualmente, puede conseguirse la remisión de la diabetes, o la gota por ejemplo. Nuestro rico refranero ya indicaba desde el siglo XVI que «menos plato y más zapato». Diez mil pasos al día son suficientes.

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