Como Roma, también Badajoz está rodeada de colinas, casi tantas como las famosas de la Ciudad Eterna. Algunos de esos cerros o promontorios han sido escenarios de acontecimientos históricos, casi siempre relacionados con los conflictos bélicos que se han sucedido a lo largo de los ... siglos.

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El más conocido es el cerro de la Muela, donde Ibn Marwan funda Batalyaws. Los altos de Santa Engracia, el cerro de San Cristóbal, el del Almendro, el de San Miguel, La Picuriña y el cerro del Viento son puntos elevados del paisaje pacense que han permitido la observación, vigilancia y defensa de la capital. Durante la ocupación francesa varios de esos cabezos tuvieron especial protagonismo. De manera particular, el cerro del Viento, donde las tropas del mariscal Soult levantaron campamentos, abrieron trincheras y construyeron empalizadas. Esta loma era de gran valor estratégico porque desde ella se dominaban los principales enclaves de la plaza y la artillería tenía en línea de tiro al fuerte de Pardaleras, bastión que los franceses tenían entre sus objetivos.

Si los cartógrafos y topógrafos que en 1811 levantaron los mapas del terreno circundante de Badajoz regresaran a este mundo y volvieran a los lugares que entonces dibujaron en papel, les resultaría difícil localizar el cerro del Viento pues su orografía ha experimentado unos cambios radicales que lo hacen irreconocible. Poco a poco, ante nuestros ojos, pero sin darnos cuenta, ese montículo, al que se desplazaban muchos pacenses en los días primaverales para tomar los vientos y contemplar las panorámicas que se abrían ante él, se está deformando a dentelladas.

La apertura en los 90 de la avenida de Montero de Espinosa rebajó de manera significativa la pendiente oriental, Y desde hace unos meses máquinas excavadoras trabajan intensamente para extraer la tierra y trasladarla hacia una urbanización que necesita relleno. Tal vez entre ese material podían encontrarse objetos militares, como insignias, balas o bayonetas que quedaron enterradas durante el largo asedio. No es nada raro en los lugares que fueron campos de batallas.

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Con esa suerte de liposucción a la que se le ha sometido, a base rascar en su superficie, el cerro del Viento pierde volumen y altura. En pocos años, cuando empiece a urbanizarse y se levantan viviendas sobre él habrá perdido por completo la fisonomía natural. Pasará de cerro a cero. A tomar viento.

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