Megalopolis
DÍAS LEJOS DE LOS PERIÓDICOS ·
CÉSAR MUÑOZ GUERRERO
Martes, 15 de octubre 2024, 07:28
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DÍAS LEJOS DE LOS PERIÓDICOS ·
CÉSAR MUÑOZ GUERRERO
Martes, 15 de octubre 2024, 07:28
Vuelve la Fiesta del Cine a las salas españolas entre los próximos 4 y 7 de noviembre y algunos que tanteamos el terreno durante todo el año ya hemos ido abriendo boca. En los últimos tiempos sonaba estrépito alrededor de 'Megalopolis', la última producción de ... Francis Ford Coppola: no añadimos 'millonaria' porque cuál no lo es de las de este director, megalómano él mismo. Solo que a veces ha estado justificada la condición, con sus clásicos instantáneos como 'El Padrino' y continuaciones. Otras ha sido el tiempo el que le ha dado la razón, que a efectos presupuestarios no es tan grato pero le proporciona a uno la pátina de clásico, etiqueta que puede merecer quien firme títulos como 'La ley de la calle' o 'Apocalypse now'.
Pues aquí está otra vez Paco con la rebaja: en la entrada de 'Megalopolis' que recibe cada espectador se debería imprimir el eslogan «ahora con más megalomanía», pues parece que va a dejar en anécdota el coste de su propia 'Cotton Club'.
De Coppola dicen que es director acostumbrado a los dispendios, necesitado de perpetrar taquillazos para después invertirlo en proyectos utópicos como este de ahora, cuya idea original viene de 1977, ni más ni menos. 'Megalopolis' quiere ser una metáfora de la caída del imperio estadounidense. Se venía planteando desde quince años antes de la caída del muro de Berlín, lo que nos da una idea de lo que a veces llegan a alargarse estos procesos de descomposición.
Es verdad que los políticos de la película, con todo, son más consistentes en su ficción que Biden y Trump. La película está basada en la conjuración de Catilina y traza un espejo entre el imperio romano y lo que queda del estadounidense en el momento distópico de la trama, que es bastante.
Llama mucho la atención que en todo el minutaje no aparecen casi dispositivos electrónicos, lo cual es de agradecer, pues significa que todavía hay alguien que cree que la tecnología queda a los pies de los caballos al lado del humanismo. Lo que no acabo de ver es que sea humanismo lo que transmiten los personajes, según ellos empeñados en el proyecto de futuro de la ficticia ciudad-estado de Nueva Roma. Sí dejan ver su narcisismo, sus intenciones dudosas, sus medios justificados para alcanzar sus fines, de eso que no falte.
La película también es un reflejo de lo que importamos a las élites, que se lo guisan y se lo comen sin prestar atención a la gente. Nada nuevo, pero es cruel constatar que no aparece una sola persona normal en las 2 horas y 40 minutos de metraje. Algunos achacan a Coppola cierta voluntad de protesta: si esa era la intención, desde luego que ha quedado bien clara.
Tanto afán de desprestigio como se ha llevado a cabo con 'Megalopolis', filme más reciente de Coppola y hay quien piensa que el último, ha redundado en campaña promocional a coste cero. Está bien que algo en la película no haya tenido un precio millonario.
Cuando llegue la Fiesta del Cine no sé si resistirá la de Coppola, pero habrá de Eastwood y Almodóvar. A todas ellas, y más, nos encomendaremos.
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