
Navidad
No dejemos pasar ni un solo momento de vacío. Este es nuestro tiempo de los encuentros. Hagamos que sucedan
César Muñoz Guerrero
Martes, 24 de diciembre 2024, 08:51
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César Muñoz Guerrero
Martes, 24 de diciembre 2024, 08:51
Feliz Navidad a todos! Ojalá estos días estén siendo tranquilos y estemos teniendo tiempo para dedicarnos a las cosas que de verdad nos importan. Me ... incluyo porque a veces somos los primeros que deseamos que la Tierra siga girando sin ser conscientes de que para seguir adelante necesitamos de un nuevo impulso. Y para eso qué mejor que volvernos hacia los nuestros.
Estos días son para la festividad y también para la tranquilidad y para que en ellas volvamos a encontrarnos con los amigos y los familiares, a sentarnos alrededor de la mesa a compartir, de comida o de cena, a la conversación pacífica. La otra no viene a cuento y además no llega a ninguna parte. Lo de las conversaciones polémicas navideñas quiero pensar que se trata más de un chiste propio de nuestra tradición humorística pero nada más alejado de la realidad, por lo menos de la común.
¿Cuánto tiempo hace que no nos reunimos con algunos seres queridos? Volver a los pueblos, al sosiego de las raíces, muchas veces tan alejados de las ciudades donde algunos se buscaron la vida fuera de su tierra, pero sin embargo también para otros volver a las ciudades. Preferentemente a las pequeñas: las grandes no habrá quien pueda pisarlas. Imaginemos Madrid y Barcelona, por lo menos aquí en España, pero fuera en Europa otras como Roma o París y el vértigo del turismo por todos lados. Y por supuesto, Navidad para otros también en la forma contraria, viajando a estas ciudades legendarias para vivir esa gran noche junto a alguien especial, o hasta solo, que de todo habrá.
Las capitales más cercanas que podemos ver por aquí llenas de luces y motivos de decoración, alegría para muchos locales y visitantes pero cabreo de algunos que, con razón, también tienen queja de que los espacios donde acostumbran a desarrollar sus actividades cotidianas se convierten en laberintos.
Tiendas y calles son aventuras en el sentido más amplio de la palabra pero también los escenarios de los regalos, pronto debajo del abeto con las bolas y las serpentinas, en Papá Noel o en Reyes, las cajas gigantescas atadas con los lazos, ¿quién no las espera ilusionado, tenga la edad que tenga?
Y las funciones callejeras, belenes vivientes en pueblos que parecen resucitar como cuando era una costumbre de antaño y se hacía en todas partes pero ahora mucho menos corriente aunque sobrevivan o algunos incluso se recuperen. Y las iglesias abiertas y los belenes que son otra expresión tan nuestra, como las demás, pues acogemos sin hacer distinción y estos son días de abrir las puertas a la ilusión de todos.
Cuando nos embarcamos en estos días sentimos que la rapidez nos supera, no sabemos cuándo terminarán, a veces pueden con nosotros los agobios de las compras de última hora y los imprevistos, personas que vienen sin previo aviso y por ese lado bien.
¿Pero y cuando a alguien le toca un turno inesperado en el trabajo? ¡Qué le vamos a hacer! Habrá otro momento porque si algo sobra en estos días son momentos. No dejemos pasar ni uno solo de vacío. Este es nuestro tiempo de los encuentros. Hagamos que sucedan.
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