
La despedida
César Rina simón
Sábado, 12 de abril 2025, 08:06
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César Rina simón
Sábado, 12 de abril 2025, 08:06
El 20 de abril se marchará de Cáceres Brenda, la gorila que ha estado unos meses bajo una mesa en el museo Helga de Alvear. ... Brenda era un producto de la imaginación de Ryan Gadner que, a través del animal, quería ponernos ante el espejo de nuestras vidas. La gorila vivía agazapada en una mesa de oficina, como nosotros, temerosa del mundo que hay más allá de la productividad y las obligaciones. Estaba enfurruñada, en tensión, intentando aprender a contar con sus dedos de simio. Las cuentas no le salían, y volvían a empezar. Entonces gruñía y ladeaba la cabeza de un lado para otro. Es inevitable vernos retratados en ella, agazapados siempre tras una mesa con un ordenador haciendo números, interpretando normas, firmando digitalmente todo lo que hacemos. En el museo había más animales, pero ninguno tan parecido a nosotros, con nuestros mismos miedos y frustraciones.
También había un ratón que recitaba el discurso final de 'El Gran Dictador', en el que Chaplin, disfrazado de Hitler, dice aquello de que «os barren el cerebro, os ceban, os tratan como a ganado y como carne de cañón. No os entreguéis a estos individuos inhumanos, hombres máquina (…). Vosotros no sois ganado, no sois máquinas, sois hombres. Lleváis el amor de la Humanidad en vuestros corazones, no el odio». ¡Qué actual todo! Martín Pareja Obregón tradujo este mensaje al castellano en una sevillana: «Dios quiso crear el vuelo / y por eso le dio alas / a los pájaros del cielo (…) / y es por eso que la gente / lucha contra las cadenas / con espíritu valiente / pues libre nació la gente».
El Helga de Alvear –el «Jelga», como dicen los culturetas para distinguirse de la plebe– es lo mejor que le ha pasado a Cáceres en mucho tiempo. No hace falta entender lo que expone –salvo en la primera sala, la de lámpara roja desparramándose por el suelo, con Goya y las vanguardias–, pues el arte conocido como contemporáneo no se mueve en el horizonte de criterios estéticos y habilidades técnicas, ni tiene características que puedan englobarlo en algo conocido. Es un arte eminentemente narrativo, un arte para «entendidos», basado en la originalidad del discurso, y no pocas veces en las ocurrencias de artistas que compiten por convertir sus ideas en mercancía. El museo hace un servicio público inestimable. Ofrece una experiencia muy similar a la de comer en Atrio, pero gratis. Mismo arquitecto, misma iluminación, mismo concepto, misma confusión. Hasta el personal de sala, tan pulcro y moderno, sería perfectamente intercambiable. Pero también ha aportado nuevos matices a la imagen de la ciudad, afectada históricamente de medievalitis aguditis. Ahora se pueden elegir otros fondos para los selfis.
Hace unas semanas, Ryan Gadner impartió una conferencia en el museo, ampulosamente denominada 'performance' porque este arte se cifra en las palabras que lo envuelven. Fue muy interesante, un tipo normal, en silla de ruedas, que hace la compra y recoge a los niños del cole, preocupado por la falta de imaginación de nuestro mundo. Nos invitó a dejar de ser Brenda, a parar de contar, a salir de nuestros despachos. A apagar la prótesis rectangular que nos han instalado en la mano. Empresa titánica para unos tiempos tan aciagos. Hasta siempre hermana Brenda.
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