El metro es la distancia entre dos líneas en una barra de platino iridiado que se conserva en París. En mi infancia, esta definición ejerció en mí fascinación, quizás consecuencia de mi cartesianismo. No sé si, en tiempos de telémetros láser, los niños estudian aún ... estas cosas.
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Desde siempre se vio la necesidad de que los pesos y medidas fueran uniformes para favorecer el comercio y que los científicos aunaran experiencias. No sucede así en el tratamiento de la información, nadie mueve un dedo porque lo sea ni se separa información de opinión.
«Omni mors aequat», la muerte nos iguala a todos y no entiende de jerarquías, pero cada uno nos vamos al otro barrio con el sambenito que nos quieran colgar, que viene dado, además, por las causas de la defunción o, si no han sido naturales, por la filiación del causante. Veamos: «Siete israelíes abatidos a tiros a las puertas de una sinagoga de Jerusalén», «Al menos siete israelíes murieron y otros cuatro resultaron heridos anoche en un ataque armado realizado por un palestino a las puertas de una sinagoga en el norte de Jerusalén», noticias leídas en el ABC y El Mundo respectivamente. Informa El Mundo de quién, pero, de forma aséptica, no utiliza ningún término que califique, o descalifique, al matador. ABC, ni siquiera eso.
«Las fuerzas de Estados Unidos asesinan a un líder del Estado Islámico en Somalia… Las fuerzas de operaciones especiales de Estados Unidos mataron a un alto miembro del grupo Estado Islámico (EI) y a otros 10 terroristas en una zona remota del norte de Somalia, anunció el jueves el gobierno estadounidense. La operación contra Bilal al-Sudani, un importante operador financiero de la organización terrorista, se efectuó el miércoles en un complejo de cuevas montañosas». Los americanos no abaten ni matan, asesinan. En la vida civil distinguimos entre homicidio y asesinato, considerando a este una forma agravada del homicidio por existencia de alevosía, ensañamiento o si se hace para facilitar la comisión de otro delito o evitar ser descubierto. Pero estamos en guerra y su único dilema es matar o morir.
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«Un sacristán muerto y un párroco herido en un presunto ataque yihadista contra iglesias de Algeciras». Un yihadista le rebana el cuello a un pobre sacristán en directo, con nocturnidad y alevosía y solo es presunto –que se supone o se sospecha, aunque no está demostrado–. «Quiero trasladar mis más sinceras condolencias a los familiares del sacristán fallecido en el terrible ataque de Algeciras. Deseo una pronta recuperación a los heridos», adjetivaba Pedro Sánchez. Lo de utilizar fallecido por asesinado no sé si es lapsus o no.
Lo dicho, lo del metro de platino iridiado ya solo vale para que Álvaro Pombo titule una novela.
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