
El Cáceres de Miguel de Molina
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Una de las exposiciones más sugestivas de los últimos tiempos en la ciudad revela cómo se cebó el franquismo con el Rey de la CoplaSecciones
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Una de las exposiciones más sugestivas de los últimos tiempos en la ciudad revela cómo se cebó el franquismo con el Rey de la CoplaEra la noción que se tenía entonces de Cáceres: un sitio perdido en la España profunda y anclado en el tradicionalismo más cerril, el ... destino perfecto para castigar y tratar de hundir en el olvido a un artista homosexual, refinado y cosmopolita, además de republicano, acostumbrado a moverse en los ambientes culturales de las vanguardias bohemias de los años treinta, de los que en la atrasada ciudad extremeña apenas unos pocos habrían oído hablar.
Aquel Cáceres de 1940, adonde 'desterraron' a Miguel de Molina los brazos ejecutores del franquismo después de denigrarle y apalearle «por marica y por rojo», casi nada tiene que ver, por suerte, con el actual, que como un desagravio simbólico auspiciado por el área de memoria democrática de la Diputación se convierte ahora, 85 años, después en la primera parada de la exposición 'Embrujo', organizada por la fundación que gestiona el legado del artista malagueño. Puede verse hasta el 9 de mayo en el edificio Pintores 10 y es una de las más sugestivas que han pasado por la ciudad en los últimos tiempos, porque combina la espectacularidad y el colorido de la ropa que Miguel de Molina diseñaba y vestía en sus actuaciones con algo mucho más profundo, plasmado en documentos personales que por primera vez se exhiben al público donde se evidencia el desgarro con el que el llamado Rey de la Copla vivió la tortura moral de la represión, que empezó a sufrir precisamente con su 'expulsión' a Cáceres.
Al recorrer la exposición comprobamos con empatía que Miguel de Molina al menos gozó de algún consuelo durante ese mes tan aciago para él que pasó en el hotel Álvarez (actual Alfonso IX). No el menor de ellos fue la feliz coincidencia de toparse con un jovencísimo músico llamado Juan Solano en uno de los paseos que daba por la ciudad cuando se atrevía a abandonar la seguridad de su habitación. Se puede leer parte de la correspondencia que ambos mantuvieron en los años posteriores y ver fotos dedicadas por el que más adelante fue un aclamado compositor, no solo de coplas inmortales, sino también de bandas sonoras de películas míticas como 'El último cuplé' o 'Bienvenido, Mister Marshall', y que pasó a la historia de la canción popular como el Maestro Solano.
El interés de la muestra radica también en que pone de manifiesto sin tapujos cómo operaba la represión franquista. A Miguel de Molina no le asesinaron como a su amigo Lorca –aunque él temiera que fueran a hacerlo precisamente cuando le mandaron a Cáceres contra su voluntad–, pero fue víctima esa clase de muerte en vida que es el exilio. Los vigilantes del régimen no se conformaron con verle marchar primero a Buenos Aires y después a Ciudad de México y le siguieron hostigando para hacerle la vida imposible allá donde se encontrara, lo que dejó en él un miedo crónico a pisar España que le duró toda la vida, incluso años después de la muerte del dictador.
Todo esto y mucho más está en la exposición de Pintores 10. Si pueden, no se la pierdan.
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