Controlar La Madrila

La 'marcha' nocturna de La Madrila cacereña se hizo famosa en los ochenta y noventa en toda España y no era para menos. Fueron años de absoluto desenfreno y descontrol, sin horarios de cierre efectivos ni normas que prohibieran beber en la calle, con miles de personas que abarrotaban hasta bien entrada la mañana las decenas de bares de la plaza de Albatros y alrededores. Cualquier intento de las autoridades por poner un poco de orden era recibido como un atentado a la libertad y al derecho de la juventud a pasárselo bien, como se pudo comprobar en los altercados de octubre de 1991, los más graves que ha conocido la ciudad, que derivaron en enfrentamientos con la policía y que se repitieron en 2002, aunque con bastante menos intensidad. En ambos casos el motivo fue el mismo: tratar de hacer cumplir la orden de que los bares cerraran a su hora.

Desde entonces las cosas han cambiado mucho, y así lo reconocen también los propios vecinos, en especial los que sufrieron aquella época de absoluto desbarajuste. El macrobotellón que se organizaba todos los fines de semana en la Plaza Mayor ha desaparecido y los bares de La Madrila, aunque siguen siendo el principal foco de ocio nocturno tardío de Cáceres, respetan por lo general los horarios de cierre y la normativa de ruidos. El propio alcalde ha confirmado que todos ellos tienen la documentación en regla, de manera que cualquier intervención que se pretenda hacer para reducir las molestias a los vecinos tendría que pasar por actuar fuera, sobre todo en ese rato justo después del cierre en el que la clientela se concentra en la calle tras una noche de fiesta y alcohol y es difícil controlar su comportamiento. No es un problema exclusivo de Cáceres, pasa en todas las ciudades de España en las zonas donde se acumulan locales de ocio nocturno, sin que se hayan encontrado soluciones satisfactorias para todos más allá de aumentar la presencia policial en momentos puntuales.

Ya veremos si el grupo de trabajo de La Madrila es un simple analgésico para calmar los ánimos vecinales o intenta de verdad hacer algo productivo. De ser así, va a tener tarea.