Helga de Alvear en una imagen de diciembre de 2010, el año que abrió en Cáceres el entonces llamado Centro de Artes Visuales. HOY

El gimnasio de la imaginación

Análisis ·

Queda en manos de los responsables de gestionar el legado de Helga de Alvear mantener vivo en Cáceres el sueño de la coleccionista

Claudio Mateos

Cáceres

Domingo, 9 de febrero 2025, 08:23

En las fotos que Jorge Rey hizo el pasado martes el primer día de apertura del museo tras la muerte de Helga de Alvear se ven grupos de estudiantes muy jóvenes que, entre bromas y selfis, van recorriendo las salas más ... o menos atentos a las explicaciones de sus guías. Muchos tienen cara de no entender muy bien lo que están viendo, como nos pasa a los que no dominamos los códigos del arte contemporáneo, que no alcanzamos a descifrar lo que tenemos delante de los ojos, e incluso ante algunas obras nos invade cierta sensación desagradable de tomadura de pelo. Pero no importa, porque lo fundamental de este museo es su capacidad de exponer al espectador a sensaciones radicalmente distintas a las del día a día. Sacudirle la polilla, como se suele decir. Con un poco de suerte, alguno de esos chavales de las fotos habrá salido de allí preguntándose qué demonios es eso que ha visto, y habrá intuido que son posibles otras formas de mirar el mundo. En definitiva, se le habrá abierto la mente, aunque sea un poquito. Resume mejor lo que quiero decir Ryan Gander en el panel de bienvenida a la exposición antológica que le dedica el museo hasta el próximo 20 de abril. «Nuestra imaginación es como un músculo que necesita ir al gimnasio con regularidad», dice el artista británico para poner en contexto a los visitantes que están a punto de sumergirse en su original y divertida muestra. Y el Helga de Alvear es el mejor gimnasio de la imaginación que tenemos en Cáceres.

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La muerte de la galerista hispano-alemana ha levantado una enorme ola de gratitud y reconocimiento por el legado que deja en la ciudad y, por extensión, en toda Extremadura. No es para menos. Su museo se ha convertido en poco tiempo en una referencia nacional del arte contemporáneo y es ya el centro cultural más concurrido de Cáceres, con casi 200.000 visitantes el año pasado. Digo esto para los amantes de los números y para quienes solo dan valor a las cosas que se pueden monetizar. Incluso ellos tendrán que admitir el privilegio de contar en esta pequeña capital de provincia con un espacio así, cuya verdadera importancia trasciende lo económico y toca fibras esenciales de lo que una sociedad quiere ser y la imagen que pretende proyectar. No es casualidad que casi todas las grandes ciudades del mundo que se afanan por sobresalir como referentes de la cultura de vanguardia tengan, o aspiren a tener, un museo de arte moderno de fama internacional.

Helga de Alvear quiso que su colección, una de las más importantes de Europa, se quede para siempre en Cáceres, la ciudad que la acogió con los brazos abiertos y le dio todas las facilidades después de que otras la rechazaran. Son los responsables de gestionar su legado quienes tienen ahora la obligación de mantener vivo el sueño de la galerista.

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