El Orgullo, más que una fiesta
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El colectivo LGBTI sigue aspirando a una normalización social que aún está lejos de conseguir, por mucho que diga el portavoz de Vox en CáceresEl pasado lunes tuvo lugar en los soportales del ayuntamiento de Cáceres una rueda de prensa para presentar las actividades por el día del Orgullo LGBTI en la que hablaron representantes de varias asociaciones extremeñas que defienden los derechos de este colectivo. Entre ellos ... estuvo Sisi Cáceres Rojo, de Extremadura Entiende, una mujer que en más de una ocasión se ha definido a sí misma como «bollera, feminista y guerrera», cuya intervención, llena de sensatez y experiencia, sirvió para marcar el tono de lo que debería ser esta celebración del Orgullo, más allá de la simple fiesta alocada, y en el fondo vacía, a la que parecen querer limitarla algunos para poder incorporarse a ella con comodidad y sin compromisos.
Se puso Sisi Cáceres delante del atril y recordó a los presentes que sí, que la fiesta está muy bien, pero que el 28 de junio es una jornada sobre todo reivindicativa de unos derechos que solo muy recientemente, y solo en los países más avanzados, se le han empezado a reconocer a un colectivo de millones de personas que a lo largo de la historia han sido perseguidas, marginadas y vilipendiadas, y que a día de hoy, incluso en países como España donde las leyes les protegen, siguen siendo objeto de burlas recurrentes y hasta de agresiones. Y más aún abundan quienes jamás insultarían a la cara a una persona gay, y sin embargo no renuncian a las risas y el chascarrillo cuando creen que no hay cerca mariquitas que puedan escucharles.
Pero Sisi Cáceres fue más allá y reclamó –exigió– su derecho a que su condición de lesbiana sea respetada no solo en el ámbito privado, sino también en el público, porque no es algo que se deje en casa al salir a la calle. Es la diferencia entre la simple tolerancia, concepto hoy superado e incluso denostado, y la normalización absoluta, que es a lo que aspira el colectivo LGBTI y que aún está lejos de conseguir, por mucho que el concejal de Vox Eduardo Gutiérrez haya dicho esta semana en un comunicado lleno de cinismo que no hay que dedicar más dinero municipal a estas cosas porque los derechos a los que aspiran «ya están amparados en la Constitución» y porque las personas homosexuales «están plenamente integradas en la sociedad». Con todo, Vox al menos es consecuente y se le ve venir. Quizás sea peor sumarse entre besos y palmaditas a fiestas con colorines e izados de banderas LGBTI en edificios públicos para hacerse el moderno y luego callarse cuando tu partido recurre las bodas gays ante el Tribunal Constitucional porque dice que «desnaturalizan» el matrimonio.
Seguro que entre quienes se toparon ayer en Cáceres con el pasacalles LGBTI o la fiesta de la Plaza Mayor no faltaron quienes reclamaron con gesto despectivo un día del orgullo heterosexual. Cuando por serlo se rían de ellos o les peguen en el colegio, hablamos.
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