La poeta Ada Salas, que desde octubre de 2023 dirige el área de Cultura de la Diputación de Cáceres, ha abierto la caja de ... los truenos con la carta dirigida a la Junta de Extremadura contra el gasto de 650.000 euros de los presupuestos regionales para acoger en octubre la sexta edición del Premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa. Unas 180 personas, entre las que hay destacados nombres de la cultura extremeña, han respaldado con su firma una misiva que en realidad no hace sino poner negro sobre blanco el runrún que recorre los mentideros culturales cacereños desde que se supo lo que iba costar traer a Cáceres un evento literario del que pocos habían oído hablar, pese a que los 100.000 dólares que recibe la novela ganadora lo convierten en uno de los premios en español mejor dotados.
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La carta de Ada Salas ha derivado, como era previsible, en un nuevo enfrentamiento entre la Consejería de Cultura y la Diputación de Cáceres, que ya se las habían tenido tiesas esta legislatura. Aunque la poeta ha intentado, de manera un tanto inocente, desvincular la carta de su cargo público, la Junta la ha acusado de deslealtad institucional y de tener motivaciones partidistas. También ha dado a entender que detrás de todo está la mano invisible del presidente provincial, Miguel Ángel Morales, quien ha respondido con fiereza, no solo saliendo en defensa de la independencia de Ada Salas y apoyando el contenido de la carta, sino acusando al gobierno regional de actuar al dictado nada menos que de Isabel Díaz Ayuso y José María Aznar, declarado amigo íntimo de Mario Vargas Llosa. Según Morales, poco menos que habrían ordenado a María Guardiola que saque la chequera para pagarles la fiesta a los colegas del Nobel peruano que organizan la Bienal, esto es, la Cátedra Mario Vargas Llosa, que fue creada en 2011 por la Fundación Internacional para la Libertad (FIL), una suerte de laboratorio de ideas ('think tank') que preside el propio Vargas Llosa y que viene siendo acusado desde la izquierda de promover movimientos ultraconservadores en América Latina.
Al margen de cómo se haya cocinado la llegada a Cáceres de esta Bienal de Novela y del papel que hayan podido jugar los conseguidores y comisionistas que nunca faltan en estas cosas, cabe preguntarse si es razonable dedicarle 650.000 euros de las arcas extremeñas. ¿Es mucho dinero? Pues depende. Si habláramos de obras públicas o sanidad sería poco más que calderilla, pero en el mundo de la promoción cultural, donde, al menos en Extremadura, se acostumbra a trabajar en condiciones precarias, es una fortuna que supera en mucho las cantidades habituales. El Womad, por poner como ejemplo una cita de renombre, cuesta unos 480.000 euros, y hay que irse a grandes producciones muy consolidadas como el Festival de Teatro Clásico de Cáceres para encontrar cantidades superiores.
¿Está entonces bien o mal empleado ese dinero en traer la Bienal de Novela Vargas Llosa? Pues dependerá de si se despilfarra agasajando a los invitados con alojamientos lujosos y grandes banquetes, o por el contrario se emplea con eficiencia para costear una programación de verdadero nivel de la que se beneficie toda la ciudad y le sirva a Cáceres para subir un peldaño en el ámbito de la cultura. El director de la cátedra Vargas Llosa, Raúl Tola, dijo hace poco en una entrevista en HOY que será más bien lo segundo. Veremos si es cierto.
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