Atónito estoy desde que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, dijera aquello de «¿Qué va a hacer el Rey de España, va a firmar esos indultos? ¿Le van a hacer cómplice de esto?» durante la manifestación del pasado día 13 en ... la plaza de Colón. Atónito estoy porque no recuerdo unas manifestaciones más corrosivamente contrarias a la Monarquía constitucional, es decir a la forma de Estado que consagra la Constitución del 78. Y en esa disposición del ánimo sigo porque nadie de entre los suyos le ha puesto los puntos sobre las íes, más allá de algún pellizquito de monja, a la jacarandosa y muy dicharachera 'figura emergente de la derecha', 'lideresa del nuevo PP' y otros etcéteras entusiastas que revolotean en torno a esta mujer, la cual siempre me deja la impresión de que hace política sin abandonar un cierto espíritu de terraza de bar, que es ese sitio donde uno siempre se suelta y dice cosas que muchas veces son tontunas.
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¿Fue una tontuna preguntarse si el Rey iba a pasar de «inspector a cómplice» de los indultos? ¿Lo fue que insistiera en lo mismo al día siguiente, y sin que mediaran los vapores de euforia que emanan de todas las manifestaciones, cuando dijo que el Gobierno «humilla al Rey» con los indultos y que Pablo Casado, dijera lo que dijera, pensaba igual que ella? ¿Todo esto se limita a ser, como decía el editorial de este periódico ayer, únicamente «una grosera equivocación» de Isabel Díaz Ayuso o estoy viendo visiones si creo que es una declaración sobre el tipo de Monarquía –o dicho de otro modo: el tipo de Estado– que le gustaría que hubiera en España? Porque la pregunta que creo pertinente y que todavía no se le ha hecho a la presidenta madrileña es qué España tenía en la cabeza mientras retaba al Rey a no firmar los indultos, que posiblemente hoy apruebe el Gobierno, para evitar aparecer como cómplice de ellos. ¿Hablaba de una España en la que los reyes reinan y, al parecer, también deciden cómo se debe gobernar? ¿Hablaba de una España en la que el jefe del Estado cumple con la ley solo si le gusta? ¿Estaba hablando, para entendernos, de unos reyes como el bisabuelo o el tatarabuelo de Felipe VI por no irnos más lejos del siglo XX? Debería aclararlo Ayuso para que nadie confunda con quien se están jugando los cuartos los ciudadanos de Madrid y quién sabe si en el futuro los del resto de España, tales son las expectativas de éxito que suscita. Debería aclarar si lo que ella quiere –y los que la siguen y aún los que no le ponen pie en pared– es un Rey que cumple con la ley en toda circunstancia o bien un Rey exclusivamente a su conveniencia, que debe ser la manera, si el Rey no está por la labor, que tiene una cierta derecha de hacerse republicana.
Es fácil de imaginar los codazos de complicidad que deben estar dándose los oportunistas de toda condición (por ponerles cara: Puigdemont, Otegi, lo que quede de Iglesias, Junqueras...) ante la capacidad para poner palos en la rueda de nuestro sistema político que representa la resuelta afición dinamitera con la que va por la vida Díaz Ayuso.
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